Más sobre el TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo)

Como ya explicamos en anteriores publicaciones, el TOC, es una enfermedad mental que consiste en la presencia de tres aspectos en las personas que lo padecen: experimentan pensamientos involuntarios, irracionales, y repetitivos, a los que llamamos obsesiones. La existencia de estas obsesiones provoca ansiedad, angustia y miedo en el paciente, quien se ve obligado a realizar acciones  (compulsiones), en su intento por calmar o aliviar las sensaciones desagradables asociadas a las obsesiones. El bucle de obsesiones y compulsiones normalmente implica el gasto de mucho tiempo en el día a día de la persona y en muchos casos le limita o impide la realización de otras actividades importantes para ella.

Por si aún puedan quedar dudas acerca de los que son las obsesiones, unas notas aclaratorias:

  • Son pensamientos, imágenes, o sensación de impulso que se dan de forma repetida y que son involuntarias, es decir, que están fuera del control de la persona.
  • La persona no desea tenerlas ya que son desagradables e irracionales.
  • Provocan sensación de inquietud, miedo, pero sobre todo «DUDA».
  • La persona genera un pensamiento totalmente rígido, como si las cosas sólo pudieran ser de una determinada manera y la persona gasta mucho tiempo al día con ellas, sintiéndose limitado ya que evita hacer determinadas actividades importantes para ella
  • Las obsesiones no son pensamientos de preocupación excesiva que podemos tener acerca de aspectos de la vida diaria, aunque «les demos muchas vueltas», como se suele decir.

Notas aclaratorias de qué son o no son las compulsiones:

  • Las compulsiones son comportamientos, acciones o pensamientos que la persona pone en marcha cuando tiene una obsesión con el objetivo de evitar las consecuencias que la obsesión le anticipa y aliviar de esta modo la sensación de miedo, angustia o duda.
  • Las compulsiones son la solución para evitar un mal mayor, aunque la persona que padece el TOC, sabe que sólo será hasta que vuelva a aparecer la obsesión
  • Si no se pone una solución efectiva al trastorno, las compulsiones suelen ir a más, con lo que cada vez, la persona gasta más tiempo en ellas, provocándole un deterioro en su vida
  • Aclarar algo, no todos los comportamientos repetitivos son compulsiones. Una persona necesita repetir un comportamiento cuando está en un proceso de aprendizaje o por ejemplo, es saludable seguir ciertas rutinas de higiene del sueño antes de ir a dormir.

Las Obsesiones más comunes con los que los pacientes suelen acudir a consulta son: de contaminación, perder el control, hacer daño, perfeccionismo, contagio, sexuales y religiosas.

Contaminación

  • Fluidos corporales (Ejemplos: orina, heces)
  • Bacterias/ enfermedades (Ejemplos: Herpes, VIH)
  • Contaminantes ambientales (Ejemplos: amianto, radiación)

Perder el Control

  • Miedo de hacerse daño
  • Miedo de hacer daño a otras personas
  • Miedo de imágenes violentas en su mente
  • Miedo de insultar o usar palabras malas
  • Miedo de robar

Perfeccionismo

  • Preocupación con la simetría o exactitud
  • Preocupación con la necesidad de saber o recordar
  • Miedo de perder u olvidar información importante al tirar algo
  • Incapacidad de decidir si guardar o descartar ciertas cosas
  • Miedo de perder las cosas

Daño

  • Miedo de ser responsable de una acción terrible(Ejemplos: incendio provocado, robo)
  • Miedo de dañar a otros por no ser lo suficientemente cuidadoso (Ejemplo: dejar caer algo en el suelo que pueda ocasionar que alguien se resbale y se lastime)

Pensamientos Sexuales No Deseados

  • Pensamientos o imágenes sexuales, perversas, o prohibidas
  • Impulsos sexuales, perversos, o prohibidos
  • Obsesiones acerca de la homosexualidad
  • Obsesiones sexuales que involucren niños o incesto
  • Obsesiones de comportamientos sexuales agresivos hacia otra gente

Obsesiones Religiosas (Conocido como “Scrupulosity” o escrupulosidad)

  • Preocupación por ofender a Dios o blasfemar
  • Preocupación excesiva por la moralidad

Otras Obsesiones

  • Preocupación por contraer una enfermedad (no por contaminación)
  • Ideas supersticiosas de números de suerte o ciertos colores

Las Compulsiones Comunes en el TOC

Limpiar y Lavar

  • Lavado de manos
  • Rutina de baño, lavado de dientes, o acicalado excesivo
  • Limpiar excesivamente la casa
  • protegerse para prevenir contaminarse

Comprobar

  • Comprobar que no ha dañado/no dañará a otra gente o a sí mismo
  • Comprobar que no haya ocurrido algo terrible o haber cometido un error

Repetir

  • Volver a realizar acciones cotidianas, por ejemplo: leer o escribir, apagar o encender interruptores, salir o entrar de un sitio, sentarse o pararse de una silla. También repiten movimientos del cuerpo como parpadear o tocar algo

Compulsiones Mentales

  • Revisión mental de eventos para prevenir consecuencias (a otra gente, a si mismo)
  • Rezar para prevenir daño (a si mismo, a otra gente, para prevenir consecuencias terribles)
  • Contar durante una acción para terminar en un número “bueno, correcto, o seguro”
  • Cancelar, deshacer, o borrar (Ejemplos: sustituir una “mala” palabra por una “buena” para borrarla)

Otras Compulsiones

  • Coleccionar cosas que resultan en mucho desorden
  • Organizar y hacer las cosas hasta que se “siente correcto”
  • Decir, preguntar, o confesar para asegurarse.

Trastorno de Estrés Postraumático

Trastorno de Estrés Postraumático

El Trastorno de Estrés Postraumático, es un cuadro intenso de ansiedad que se desarrolla tras haber vivido un trauma en primera persona, o un familiar o persona muy allegada. Se presenta normalmente con recuerdos vívidos y recurrentes del echo y con conductas de evitación.

Para definir con exactitud de qué se trata, vamos a recoger la definición que la Clasificación Americana de Enfermedades mentales, recogió en su última publicación. El DSM-V (APA, 2013) define el trastorno por estrés postraumático como:

A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza, en una (o más) de las formas siguientes:

  1. Experiencia directa del suceso(s) traumático(s).
  2. Presencia directa del suceso(s) ocurrido a otros.
  3. Conocimiento de que el suceso(s) traumático(s) ha ocurrido a un familiar próximo o a un amigo íntimo. En los casos de amenaza o realidad de muerte de un familiar o amigo, el suceso(s) ha de haber sido violento o accidental.
  4. Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso(s) traumático(s) (p. ej., socorristas que recogen restos humanos; policías repetidamente expuestos a detalles del maltrato infantil).

Nota: El Criterio A4 no se aplica a la exposición a través de medios electrónicos, televisión, películas o fotografías, a menos que esta exposición esté relacionada con el trabajo.


B. Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión siguientes asociados al suceso(s) traumático(s), que comienza después del suceso(s) traumático(s):

C. Evitación persistente de estímulos asociados al suceso(s) traumático(s), que comienza tras el suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por una o las dos características siguientes:

  1. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso(s) traumático(s).
  2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del sueño está relacionado con el suceso(s) traumático(s).
  3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que el sujeto siente o actúa como si se repitiera el suceso(s) traumático(s). (Estas reacciones se pueden producir de forma continua, y la expresión más extrema es una pérdida completa de conciencia del entorno presente.)
  4. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
  5. Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
  1. Evitación o esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).
  2. Evitación o esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).

D. Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo asociadas al suceso(s) traumático(s), que comienzan o empeoran después del suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:

  1. Incapacidad de recordar un aspecto importante del suceso(s) traumático(s) (debido típicamente a amnesia disociativa y no a otros factores como una lesión cerebral, alcohol o drogas).
  2. Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno mismo, los demás o el mundo (p. ej., “Estoy mal,” “No puedo confiar en nadie,” “El mundo es muy peligroso,” “Tengo los nervios destrozados”).
  3. Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del suceso(s) traumático(s) que hace que el individuo se acuse a sí mismo o a los demás.
  4. Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror, enfado, culpa o vergüenza).
  5. Disminución importante del interés o la participación en actividades significativas.
  6. Sentimiento de desapego o extrañamiento de los demás.
  7. Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej., felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).

E. Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al suceso(s) traumático(s), que comienza o empeora después del suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:

  1. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación) que se expresan típicamente como agresión verbal o física contra personas u objetos.
  2. Comportamiento imprudente o autodestructivo.
  3. Hipervigilancia.
  4. Respuesta de sobresalto exagerada.
  5. Problemas de concentración.
  6. Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el sueño, o sueño inquieto).

F. La duración de la alteración (Criterios B, C, D y E) es superior a un mes.

G. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

H. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., medicamento, alcohol) o a otra afección médica.


Además se puede especificar si se presentan síntomas disociativos o es de expresión retardada.
Con síntomas disociativos: Los síntomas cumplen los criterios para el trastorno de estrés postraumático y, además, en respuesta al factor de estrés, el individuo experimenta síntomas persistentes o recurrentes de una de las características siguientes:
1. Despersonalización: Experiencia persistente o recurrente de un sentimiento de desapego y como si uno mismo fuera un observador externo del propio proceso mental o corporal (p. ej., como si se soñara; sentido de irrealidad de uno mismo o del propio cuerpo, o de que el tiempo pasa despacio).
2. Desrealización: Experiencia persistente o recurrente de irrealidad del entorno (p. ej., el mundo alrededor del individuo se experimenta como irreal, como en un sueño, distante o distorsionado).
Nota: Para utilizar este subtipo, los síntomas disociativos no se han de poder atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., desvanecimiento, comportamiento durante la intoxicación alcohólica) u otra afección médica (p. ej., epilepsia parcial compleja).

Con expresión retardada: Si la totalidad de los criterios diagnósticos no se cumplen hasta al menos seis meses después del acontecimiento (aunque el inicio y la expresión de algunos síntomas puedan ser inmediatos).

¿Qué es la Distimia?

¿Qué es la Distimia?

La Distimia es un trastorno del estado de ánimo cuyos síntomas persisten a lo largo de años.

Para la persona que lo padece, incluso para los que le rodean, puede no padecer un trastorno clínico, ya que sus síntomas, aunque muy persistentes, son más leves que en un episodio depresivo, aunque el estado de animo deprimido en la distimia puede variar de leve a grave y moderado.

Es frecuente, que a la persona que padece Distimia se la vea como una persona muy negativa, con una visión pesimista de sí misma y de lo que ocurre a su alrededor. Le resulta muy difícil ser positiva incluso en momentos de felicidad donde las cosas van bien.

Además, las personas con Distimia, se encuentran desesperanzadas con respecto al futuro, pierden el interés por casi todo y la capacidad de disfrute también se ve mermada, además de bajar su rendimiento y productividad en su actividad diaria. Todo ello, suele afectar a sus relaciones con los demás, y tener un deterioro significativo en el ámbito académico-laboral, social y personal.

En cuanto a los síntomas del trastorno depresivo persistente (Distimia), suelen aparecer de modo intermitente a lo largo de dos años y pueden variar de intensidad

  • Pérdida de interés en las actividades cotidianas
  • Sensación de tristeza y de vacío.
  • Estado de Desesperanza
  • Fatiga y falta de energía
  • Problemas de baja autoestima.
  • Sentimiento de incapacidad
  • Indecisión
  • Dificultades de atención y concentración
  • Pérdida de eficacia y productividad
  • Irritabilidad excesiva
  • Aislamiento social
  • Sentimientos de culpa y preocupaciones por el pasado
  • Problemas de alimentación: falta de apetito o comer en exceso
  • Dificultades con el sueño

En ocasiones, pueden coexistir con un episodio depresivo mayor.

¿Por qué tiene lugar el Trastorno depresivo persistente?

En cuanto a las causas, se apuesta por un origen multifactorial, donde podemos incluir: rasgos heredados, la química del cerebro, diferencias biológicas y acontecimientos vitales.

Para su prevención, podemos tomar medidas que nos ayuden a amortiguar y frenar su aparición, tales como:

  • Aprender estrategias controlar el estrés, dotarte de herramientas de afrontamiento para aumentar tu capacidad de salir reforzado de las situaciones difíciles y crisis vitales.
  • Mantener una autoestima sana y buenas relaciones sociales
  • Si no te encuentras bien, déjate la vergüenza en el bolsillo y pide ayuda a tu familia y amigos
  • Si te resulta más fácil, puedes buscar ayuda profesional al mínimo signo de un problema para ayudar a evitar que los síntomas empeoren.

Distimia

Distimia

¿Qué es la distimia?

La Distimia es un tipo de trastorno del estado de ánimo o también llamados trastornos afectivos. Se presenta como una depresión leve pero se prolonga a lo largo del tiempo. En ocasiones pacientes con distimia, pueden padecer además un episodio de depresión mayor.

La Distimia afecta aproximadamente a un 2% de la población. Es más frecuente en mujeres que en hombres a cualquier edad, pero se puede dar también en niños y en adolescentes.

Los síntomas  más comunes de la distimia, que como ya hemos señalado anteriormente son menos intensos pero más crónicos que los de la depresión mayor son :

  • Tristeza, ansiedad o sensación de «vacío» persistentes.
  • Pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaban.
  • Llanto excesivo.
  • Mayor inquietud e irritabilidad.
  • Menor capacidad de concentrarse y tomar decisiones.
  • Disminución de la energía.
  • Pensamientos de muerte o suicidas, intentos de suicidio.
  • Aumento de los sentimientos de culpabilidad, desamparo y, o desesperanza.
  • Alteraciones del peso y, o del apetito debido a comer de forma insuficiente o excesiva.
  • Alteraciones en los hábitos del sueño.
  • Aislamiento social.
  • Síntomas físicos que no ceden ante los tratamientos estándar (por ejemplo, dolor crónico, dolor de cabeza).

Para un diagnóstico de distimia, la persona (adulta) debe presentar un estado de ánimo deprimido durante al menos dos años (un año en los niños y adolescentes), junto con por lo menos otros dos síntomas de depresión.

Las causas de la distimia no están todavía suficientemente clarificadas, atribuyéndose a una alteración de un determinado tipo de neurotransmisor denominado serotonina, responsable de manejar las emociones y los juicios de valor; igualmente podrían estar en su origen situaciones de estrés continuadas y factores de personalidad.

¿En qué se diferencia fundamentalmente la distimia de la depresión?

El afectado por Distimia suele tener una vida bastante rutinaria y normal no obstante de su trastorno. Sin embargo, el paciente depresivo no es capaz de mantener esa rutina. Por tanto, la diferencia fundamental es el grado de LIMITACIÓN que el sujeto presenta.

  • En el trastorno distímico no se experimenta falta de interés. Pueden experimentar placer, también.
  • No se presenta agitación, ni tampoco lentitud motora.
  • No son usuales los arrebatos o pensamientos recurrentes sobre el suicidio o la muerte.
  • Un diagnóstico preciso ha de ser realizado por un psicólogo o psiquiatra especializado en este tipo de trastornos.

 

Psicólogos en Molina de Segura, Murcia

Psicólogos especialistas, Clínica Vanesa Hernández

 

Tipos de Trastornos del estado de ánimo

Tipos de Trastornos del estado de ánimo

Las emociones son algo inherente al ser humano. Sin embargo, nos han educado a que sentir determinadas emociones es algo que tendríamos que evitar. Sin embargo, la tristeza forma parte de nuestra vitalidad humana y como emoción cumple una función de adaptación al medio.

¿Qué sucede cuando esa tristeza es profunda y nos provoca un sentimiento de vacío irremediable? Pues bien, cuando eso ocurre y nos produce un malestar y/o deterioro significativo en nuestro funcionamiento diario a nivel familiar, social, laboral y personal, podrías estar padeciendo un trastorno depresivo.

Aunque la depresión no entiende de diferencias culturales ni de religión , ni de niveles socioeconómicos, si que existen algunos factores que podemos considerar de riesgo en la aparición de esta misma. Dichos factores pueden ser:

Factores personales: No todos tenemos una misma forma de responder a nuestro entorno, ni la misma percepción de nosotros y de los demás. Las personas se vuelven más vulnerables cuando su afectividad es negativa, ya que se sienten con menos recursos a la hora de responder a las demandas del ambiente, sobre todo si se sienten desbordadas por ellas, provocando una situación de estrés.

Ambientales. Los acontecimientos vitales estresantes también pueden convertirse en factores que contribuyan a un estado de ánimo deprimido. Situaciones como problemas económicos continuados, situación precaria o de estrés en el trabajo, problemas de pareja, enfermedades, duelos,  son ejemplos de situaciones que pueden favorecer a la aparición de trastornos depresivos.

La autoestima es uno de los aspectos que más se ve afectado en una depresión. Lo habitual en una depresión es sentir que uno no vale nada y no es capaz tampoco de hacer nada bueno ni de valor para sí mismo, para los demás y para el mundo.

Genéticos y fisiológicos. La herencia, es algo a tener en cuenta también en la aparición de los trastornos del estado de ánimo. las personas que tienen familiares en primer grado que hayan padecido depresión aumenta su probabilidad de padecerlos en torno a un 2-4% con respecto a la población general. El factor heredable es de aproximadamente el 40 %, y los rasgos neuróticos de la personalidad cuentan en proporción considerable para esta asociación genética.

Como trastorno secundario. El padecer otros trastornos puede aumentar el riesgo de que un sujeto desarrolle depresión, sobretodo el trastorno por consumo de sustancias, la ansiedad y el trastorno límite de la personalidad se encuentran entre los más frecuentes. Asimismo, las enfermedades médicas crónicas o que provoquen discapacidad también aumentan el riesgo.

Voy a pasar a describir los tipos de trastornos del estado de ánimo.

TRASTORNO DE DEPRESIÓN MAYOR

Cinco (o más) de los siguientes síntomas están presentes la mayor parte del día, casi todos los días durante al menos dos semanas..

  • Sentimientos acusados de tristeza, vacío y/o desesperanza. En niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser irritable.
  • Disminución importante del interés o el placer por todas o casi todas las actividades.
  • Pérdida importante de peso sin hacer dieta o aumento de peso (p. ej., modificación de más de un 5% del peso corporal en un mes) o disminución/aumento del apetito. En los niños, considerar el fracaso para el aumento de peso esperado.
  • Insomnio o hipersomnia.
  • Agitación o retraso psicomotor (observable por parte de otros, no simplemente la sensación subjetiva de inquietud o de enlentecimiento).
  • Fatiga o pérdida de energía.
  • Sentimiento de inutilidad o culpabilidad excesiva o inapropiada (que puede ser delirante, no tratándose simplemente del autorreproche o culpa por estar enfermo).
  • Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o para tomar decisiones.
  • Pensamientos de muerte recurrentes (no sólo miedo a morir), ideas suicidas recurrentes sin un plan determinado, intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo.

La clasificación para el diagnóstico del trastorno de depresión mayor se basa en si es un episodio único o recurrente, en la gravedad actual (leve, moderado, grave), en la existencia de características psicóticas si las hubiera y el estado de remisión (parcial, total) cuando no se cumplen todos los criterios

DISTIMIA: TRASTORNO DEPRESIVO PERSISTENTE: se caracteriza por un ánimo deprimido que aparece la mayor parte del día, está presente más días que los que está ausente, durante un mínimo de dos años. En niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser irritable y la duración ha de ser como mínimo de un año. Cualquier intervalo sin síntomas dura como máximo dos meses.

Durante los períodos de ánimo deprimido deben presentarse al menos dos de los síntomas siguientes:

  • Poco apetito o sobrealimentación,
  • Insomnio o hipersomnia,
  • Poca energía o fatiga,
  • Baja autoestima,
  • Falta de concentración o dificultad para tomar decisiones,
  • Sentimientos de desesperanza.

TRASTORNO DISFÓRICO PREMENSTRUAL: en la mayoría de los ciclos menstruales del último añoal menos cinco de los síntomas siguientes han de haber estado presentes en la última semana antes del inicio de la menstruación, empezar a mejorar unos días después del inicio de la menstruación y hacerse mínimos o desaparecer en la semana después de la menstruación:

  • Labilidad afectiva intensa (p. ej., cambios de humor, de repente está triste o llorosa, o aumento de la sensibilidad al rechazo).
  • Irritabilidad intensa o enfado, o aumento de los conflictos interpersonales.
  • Estado de ánimo intensamente deprimido, sentimiento de desesperanza o ideas de autodesprecio.
  • Ansiedad, tensión y/o sensación intensa de estar excitada o con los nervios de punta.
  • Disminución del interés por las actividades habituales (p. ej., trabajo, escuela, amigos, aficiones).
  • Dificultad subjetiva de concentración.
  • Letargo, fatigabilidad fácil o intensa falta de energía.
  • Cambio importante del apetito, sobrealimentación o anhelo de alimentos específicos.
  • Hipersomnia o insomnio.
  • Sensación de estar agobiada o sin control.
  • Síntomas físicos como dolor o tumefacción mamaria, dolor articular o muscular, sensación de “hinchazón” o aumento de peso.

Para confirmar el diagnóstico provisional se requieren evaluaciones diarias prospectivas de los síntomas durante al menos dos ciclos sintomáticos.

La intensidad y la expresividad de los síntomas pueden estar estrechamente relacionadas con las características sociales y culturales de la mujer afecta, de sus perspectivas familiares y de otros factores más específicos, como las creencias religiosas, la tolerancia social y aspectos relacionados con el papel de la mujer.

TRASTORNO DEPRESIVO INDUCIDO POR UNA SUSTANCIA O MEDICACIÓN:

Se caracteriza por un estado de ánimo deprimido, disminución notable del interés o placer por todas o casi todas las actividades. Estos síntomas se han desarrollado durante o dentro del mes posterior al consumo de una sustancia capaz de producir un trastorno depresivo y persisten más tiempo de lo esperable sobre los efectos fisiológicos o del período de intoxicación o de abstinencia.

TRASTORNO DEPRESIVO DEBISO A OTRA AFECCIÓN MÉDICA

Consiste en un período de tiempo importante y persistente de estado de ánimo deprimido, o una disminución notable del interés o del placer en todas o casi todas las actividades, que está relacionado con los efectos fisiológicos directos de otra afección médica.

Una consideración es la presencia de una asociación temporal entre el comienzo, la exacerbación o la remisión de la afección médica general y la alteración del ánimo.

Una segunda consideración es la presencia de rasgos que son atípicos en los trastornos del ánimo primarios (p. ej., una edad atípica de comienzo, un curso atípico o ausencia de historia familiar).

TRASTORNO DE DESRREGULACIÓN DISRRUPTIVA DEL ESTADO DE ÁNIMO

En este caso la sintomatología aparece antes de los 10 años, pero el diagnóstico no debe hacerse antes de los 6 años o después de los 18 años. El rasgo central es una irritabilidad crónica, grave y persistente, que ocurre en al menos dos ambientes (p.ej., casa y colegio) y es inapropiado para el grado de desarrollo del niño. Se dan accesos de cólera frecuentes (3 o más veces a la semana en al menos un año) que ocurren en respuesta a la frustración y pueden ser verbales y/o conductuales (agresividad contra objetos, uno mismo y otras personas) y cuya intensidad o duración son desproporcionadas a la situación o provocación. El estado de ánimo entre los accesos de cólera es persistentemente irascible o de enfado crónico la mayor parte del día, casi todos los días y es apreciable por otras personas del entorno del menor.

 

TRASTORNO DEPRESIVO ESPECIFICADO:

Se da cuando predominan los síntomas característicos de un trastorno depresivo pero que no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos de dicha categoría diagnóstica. Se utiliza en situaciones en las que el clínico opta por comunicar el motivo específico por el que la presentación no cumple los criterios de un trastorno depresivo específico (p. ej., “episodio depresivo de corta duración”).

TRASTORNO DEPRESIVO NO ESPECIFICADO:

Se utiliza en situaciones en las que el clínico opta por no especificar el motivo de incumplimiento de los criterios de un trastorno depresivo específico, e incluye presentaciones en las que no existe suficiente información para hacer un diagnóstico más específico (p. ej., en servicios de urgencias).

Personas Altamente Sensibles (PAS)

Personas Altamente Sensibles (PAS)

¿Quienes son las Personas Altamente Sensibles?

El término Altamente Sensible, fue acuñado por la psicóloga norteamericana Elaine Aron. Elaine descubrió que dos de cada diez personas eran más sensibles que la media. Al parecer dichas personas posee un sistema nervioso «más fino» que el resto, lo que les provoca la llegada de mucha más información sensorial a la vez que al resto de personas.

El término de Persona Altamente Sensible, ha ido tomando fuerza y se han definido cuatro criterios para determinar si en tu caso posees esa alta sensibilidad.

Las Personas Altamente Sensibles según está definido hasta este momento:

  1. Reflexionan profundamente acerca de la información recibida.
  2. Tiende a saturarse o sobreestimularse.
  3. Tienen una alta empatía, así como una alta emocionalidad.
  4. Presentan una alta sensibiliad sensorial sobretodo con sutilezas.

Estas cuatro características tienen que darse necesariamente para poder ser una PAS.

 

Si quieres más información, quizá estas pistas se sirvan de guía:

  • Les afecta mucho el ruido en general, los olores fuertes y las luces brillantes.
  • Les encanta el arte y la naturaleza.
  • Son inseguras y tímidas.
  • Se sienten abrumadas por exceso de trabajo y masas de personas.
  • Sufren por el dolor ajeno.
  • Sienten necesidad de ayudar a quien lo necesita.
  • Suelen enamorarse con facilidad.
  • Suelen ser perfeccionistas.
  • No se manejan bien en la gestión de situaciones estresantes.
  • Dificultades para decir que no al otro y mantener y respetar sus límites personales.
  • Alta capacidad de detectar sutilezas.
  • Tienen un umbral al dolor bastante bajo con respecto a la media.

Es importante saber que la alta sensibilidad no es una enfermedad, ni trastorno ni nada parecido. Está considerado un rasgo y como tal no se cura. Pero esto no es algo negativo para ti. Ya que puedes aprender a gestionar ese exceso de sensibilidad para llegar a un mayor equilibrio emocional. Tu alta sensibilidad seguirá siendo la misma, pero podrás aprender a cuidarte un poquito mejor para que la información que te viene de fuera te afecte un poquito menos.

La doctora Elaine Aron, elaboró un test para identificar a Personas con Alta Sensibilidad. Si contestas menos de 14 «si» hay poca probabilidad de que sea una PAS. Si en tus respuestas hay más de 15 «si», la probabilidad de que seas una PAS, es alta.

  1. Me afecta el comportamiento de los demás.
  2. Tengo la sensación de ser consciente de cosas muy sutiles en mi entorno.
  3. Suelo ser muy sensible al dolor.
  4. En los días ajetreados, suelo tener la necesidad de retirarme, de echarme en la cama, Buscar una habitación en penumbra o cualquier otro lugar donde pueda encontrar algo de tranquilidad y alivio frente a la estimulación.
  5. Soy particularmente sensible a los efectos de la cafeína.
  6. Me abruman fácilmente las cosas como las luces brillantes, los olores fuertes, los tejidos bastos o las sirenas de policías o ambulancias.
  7. Los ruidos fuertes me hacen sentir incómodo/a.
  8. Tengo una vida interior rica y compleja, le doy muchas vueltas a las cosas.
  9. Me conmueve profundamente las artes o la música.
  10. Soy muy concienzudo/a.
  11. Me asusto con facilidad.
  12. Me agobio cuando tengo que hacer muchas cosas en poco tiempo.
  13. Cuando alguien se siente incómodo o a disgusto en un entorno físico, suelo saber lo que hay que hacer para hacerle sentir más cómodo.
  14. Me molesta que los demás pretendan que haga demasiadas cosas a la vez.
  15. Me esfuerzo mucho por no cometer errores u olvidarme de algo.
  16. Suelo evitar las películas violentas o las series violentas en la televisión.
  17. Me resulta desagradable la activación que me provoca el ajetreo a mi alrededor.
  18. Los cambios en la vida me conmocionan ( mudanza, separación, cambio de trabajo…).
  19. Suelo percibir y disfrutar las buenas esencias, sabores, olores, sonidos y obras de arte.
  20. Para mí tiene mucha importancia el poder disponer mi vida de forma que evite situaciones perturbadoras o abrumadoras.
  21. Cuando tengo que competir o ser observado en la ejecución de una tarea me pongo tan nervioso/a o inseguro/a que termino haciéndolo peor de lo que podría.
  22. Cuando era niño/a mis padres y profesores me solían ver como una persona sensible o tímida.

Espero que esta información te ayude.

 

 

 

¿La ansiedad se cura?

imagesCAK0588M¿La ansiedad se cura?, es una pregunta que en algún momento todas las personas que padecen o han padecido ansiedad se han formulado, incluso las personas que nunca la han sentido, seguramente se lo habrán cuestionado alguna vez,  debido a que la ansiedad es algo muy frecuente en la sociedad occidental en la que vivimos.

El principal objetivo de este artículo, es dar respuesta a esta pregunta, pero antes es necesario aclarar diferentes cuestiones.

Cuando escuchamos la palabra ansiedada todos nos suena a algo negativo, desagradable o incluso referente a enfermedad. Efectivamente, para el que la sufre, es algo muy desagradable y molesto, pero no por ello deja de ser una respuesta de nuestro organismo para alertarnos de una oportunidad de aprendizaje ¿CÓMO? Sí, has leÍdo bien, de aprendizaje.

La mayoría de personas, cuando empiezan a sentir síntomas de ansiedad, se asustan y se limitan a querer evitarlos y eliminarlos lo antes posible, algo lógico si tenemos en cuenta lo molestos y limitantes que pueden llegar a ser. Sin embargo, debajo de esos síntomas hay mucha información a la que deberíamos de prestar atención. Si tenemos en cuenta que la ansiedad es una llamada de atención ante una posible amenaza, y que los síntomas físicos son la forma que tiene nuestro cuerpo de hablarnos, parte de la solución consistiría en prestar atención no a la forma del mensaje sino al contenido. ¿DE QUÉ ME ESTÁN ALERTANDO REALMENTE ESTOS SÍNTOMAS? ¿ESTÁ TODO BIEN EN MI VIDA?¿Y EN MÍ?

Formulándonos las cuestiones adecuadas y dominando el miedo a las respuestas, podemos utilizar la ansiedad como la llave que nos abra la puerta a nuestro crecimiento y desarrollo personal. Puede que aparentemente todo esté bien, porque si analizas tu vida, seguramente no tengas motivos para sentirte así. Y seguramente en algunos casos, sea realmente así, pero quizá sigues utilizando patrones de pensamiento y costumbres antiguas que quizá ya no te valgan para esa etapa de vida. En ocasiones se trata de crisis de adaptación, o miedo a ejercer cambios en tu vida, o miedo a mirar hacia adentro y descubrir cosas de ti que no sean agradables, aún así, en todos los casos es una oportunidad para la mejora y el aprendizaje

Y ahora, si padeces ansiedad, seguramente estarás pensando: todo eso suena muy bien pero ¿qué  hago yo con mis síntomas?

Está claro que hay que aprender a dominar los síntomas y perderles el miedo. Algo que se consigue relativamente fácil con la terapia cognitivo-conductual, utilizando técnicas de respiración y relajación. Pero mi recomendación es que vayas más allá y aproveches esas crisis de ansiedad para avanzar.

cropped-imagesca8ysypx.jpg¿La ansiedad se cura? SI, LA ANSIEDAD SE CURA. Está demostrado que en 12 sesiones semanales los síntomas de ansiedad remiten. Pero la terapia cognitivo conductual persigue además de remitir los síntomas físicos, reestructurar tu modo de pensar y percibir las cosas, además de dotarte de estrategias de afrontamiento para dominar tus miedos. La ansiedad no deja de ser una respuesta de miedo, pero aparentemente injustificada y desproporcionada.

 

Así que si padeces ansiedad, no dudes en aprender a Dominarla.

Psicólogos en Murcia

 

Vanesa Hernández, Psicóloga

Superar un DUELO

Superar un DUELO

imagesCACP9BRMTodos estamos expuestos a sufrir pérdidas dolorosas. Aprender a vivir sin alguien es un proceso complicado y difícil, ya que cuesta asumir que la persona a la que queríamos o  necesitábamos ya no estará nunca más con nosotros.

El duelo no es una enfermedad, es un proceso inevitable y sano para poder continuar con nuestra vida, dándole un nuevo sentido ahora que nos falta alguien importante en ella, aceptando que hemos cambiado para siempre y nunca volveremos al mismo estado anterior a la pérdida. Es universal, ya que cualquier persona lo sufrirá ante una pérdida significativa, pero también único, cada persona lo vive de una manera determinada, puesto que las variables como personalidad, resiliencia, poseer estrategias de afrontamiento satisfactorias, etc. influirán en la vivencia particular del duelo. Además, hay que considerar la cultura y normas sociales, la edad, género o tipo de relación traen asociadas estereotipos a la hora de reaccionar ante una pérdida, lo que no siempre facilita su expresión y genera más sentimientos negativos, e incluso contradictorios, que lo dificultan aún más.


Es por esto que la denominación duelo patológico puede hacernos pensar que padecemos algo malo, que debemos superar cuanto antes, y si no es así, algo estamos haciendo mal, algo en nosotros no funciona correctamente, porque deberíamos estar ya bien, seguir adelante y dejar de pensar en lo injusta que es la vida. Con esto no hacemos más que castigarnos por sentirnos incapaces, lentos o culpables, algo que se añade a las intensas emociones que experimentamos  thCAPQFX4Ne incrementa nuestro malestar.

Por este motivo, es mejor hablar de duelo complicado, cuando los sentimientos intensos normales al inicio del mismo se prolongan excesivamente en el tiempo, cuando nuestra vida queda paralizada y no podemos rendir en las situaciones cotidianas, cuando interfiere significativamente en nuestro día a día, en nuestras relaciones interpersonales y en nuestra forma de vernos y valorarnos.

Desde la psicología, entendemos que estos factores son los que pueden indicar que el proceso normal de duelo está viéndose paralizado o enlentecido de forma que afecta seriamente a la vida de la persona que lo vive, pensando y sintiendo multitud de emociones y sensaciones desagradables.

Si estás en este punto, experimentando una pérdida dolorosa, podrás identificar esos componentes del duelo, ya que consiste en un conjunto de manifestaciones emocionales, comportamentales y pensamientos consecuentes con la pérdida o con su anticipación, pues en algunos casos puede comenzar aun cuando la persona está viva, pero se es consciente de que fallecerá.

Ante una pérdida el dolor emocional que se siente puede parecer imposible de superar, ya que es difícil aceptar que la persona a la que queremos ya no está, ni lo estará nunca más. Las respuestas ante una pérdida son tantas como personas existen en el mundo, como ya hemos visto, aunque podemos pensar en determinadas reacciones, como llanto, tristeza, sensación de incapacidad, shock, negación, son frecuentes y comprensibles, si bien cada una tiene unas consecuencias emocionales diferentes, que pueden hacer que el proceso normal de duelo se torne complicado.

Una característica frecuente en los procesos de duelo es revivir la situación, especialmente si ha sido traumática, en la que la persona querida falleció. No es algo raro, morboso o enfermizo. Es normal, necesario para cambiar la forma de ese dolor, para que su intensidad disminuya, aunque siempre esté ahí. Puede ser que en esta fase los sentimientos de culpa sean grandes. ¿Por qué no puedo seguir adelante?, ¿por qué me acuerdo tanto?, ¿pude o se pudo hacer más porque viviera?

Como se ha dicho anteriormente, una pérdida supone un cambio en la persona que la ha sufrido, pero no necesariamente ha de ser peor, ya que ese dolor puede hacernos descubrir y valorar nuevos aspectos o situaciones que antes no hacíamos.

Hay determinadas variables que facilitan que este proceso siga su curso normal, en el cual pasaremos de un intenso dolor a una aceptación y recuerdo positivo de las experiencias vividas con esa persona querida. Como se ha dicho, las variables personales son un indicador potente de cómo se vivirá una pérdida, las culturales modularán la forma en la que se exteriorice el dolor, así como las económicas, ya que si la persona fallecida era el soporte económico, es normal que las preocupaciones aumenten. Por último, las variables sociales, como saber que se cuenta con una red de apoyo grande, que permita comunicar las emociones y pensamientos, y sepa acompañarnos en este proceso, serán un fuerte amortiguador del dolor que sintamos.

Por lo general, el duelo se supera en mayor o menor medida, permitiendo seguir su vida a la persona, no obstante, habrá casos, en función de las características citadas, en los que se requiera del soporte necesario y adecuado a la circunstancia particular. En este punto también contamos con la ayuda de los profesionales que, con su formación y experiencia, pueden ayudarnos a aceptar y adaptarnos a esta nueva vida, recordando al fallecido, recolocándolo de otra forma en nuestra vida, mediante el trabajo emocional con nuestro dolor.

imagesCAMGH8SC¿Cómo puedo saber si mi proceso de duelo se está complicando?

Si todos, o casi todos los días pienso o siento cosas que me impiden centrarme en mis objetivos, en mi rutina y obligaciones, en no disfrutar de las cosas. Anhelos, preocupaciones sobre su muerte (¿podría haberse evitado?, ¿sufrió mucho?), aturdimiento, incapacidad para aceptarlo, hablar del tema, evito sitios, lugares, celebraciones que me recuerden a él. Culpa, tristeza, enfado, baja autoestima, autocrítica por no superarlo, no ser capaz de aceptar nuevas obligaciones. Afecta a mi trabajo, a mis amistades, a mi familia.  Sentimientos de soledad, de que la vida no tiene sentido, incapacidad para confiar en nadie…

Partamos de la base de que todas las respuesta que se den ante una pérdida son normales, no se puede juzgar la reacción de una persona, si bien existen con unos parámetros que determinan cuándo un duelo requiere un acompañamiento psicológico profesional. En concreto, podemos hablar de problema, cuando la intensidad de las reacciones es muy grande y mantenida en el tiempo, limita nuestra vida cotidiana, o se están llevando a cabo conductas perjudiciales para nuestra salud o integridad física.

Líbrate de los debería, como en cualquier faceta de la vida, cada uno tiene sus propios ritmos. Permítete sentir pena, rabia, dolor, pues son emociones que te ayudarán a seguir adelante. Pero nunca culpa, vergüenza o inutilidad, ya que no podemos controlar, por mucho que le demos vueltas, la gran mayoría de cosas que  ocurren en la vida. Superar una pérdida no significa olvidar, sino aprender a vivir sin alguien, a recordarla con afecto y sin sufrimiento, a echarla de menos, pero no creer que ya no se puede vivir sin ella

María Martínez Cartagena

Cómo poner fin a las batallas con tu hijo por la comida

 

1.«¡Si no fuera porque estoy encima, mi hijo no comería nada!»

«¡No hay manera de que mi hija pruebe alimentos nuevos!»

«¡Ya no recuerdo qué es comer sin gritos ni discusiones!»

 

Muchos padres y madres libran batallas a diario con sus hijos relacionadas con su alimentación que con frecuencia llegan a convertirse en verdaderas fuentes de estrés tanto para mayores como para pequeños.

 

Niños que comen poco, comen mal, solo comen lo que les gusta, montan un circo en la mesa,… Cualquiera de estas circunstancias puede tener su origen en la primera infancia, cuando los niños rechazan introducir en su dieta alimentos con nuevos sabores y texturas. También pueden desencadenarse tras un episodio de enfermedad durante el cual el niño pierde el apetito y los padres preocupados, le exigen que coma. En otras ocasiones, simplemente el niño es más lento que sus hermanos comiendo y esto hace que los padres le presten excesiva atención y se impacienten.

 

Independientemente de la causa que las origina, estas dificultades pueden quedarse en anécdotas puntuales o persistir e incluso agravarse con la edad.

 

Cuántas madres motivadas por la angustia que les supone pensar que sus hijos no se están alimentando correctamente, intentan todo tipo de artimañas para conseguir que coman: juegos para distraerlos, darles la comida a la fuerza, premios, chantajes, dejarles ver la televisión, jugar con el móvil o la tablet,… En un intento de buscar soluciones, han pedido consejos a familiares y amigos, escuchando con frecuencia «Tranquilízate, ¡tu hijo no se va a morir de hambre!«. Sin embargo, para ellas suele resultar frustrante tener la sensación de que sus pequeños comen cantidades insuficientes y pensar que su desarrollo puede verse alterado. Incluso después de que el pediatra haya descartado problemas de salud asociados a la inapetencia, aún persiste la duda «¿Por qué mi hijo no come todo lo que yo quiero que coma?»

 

habitos-alimenticios20111122Los niños suelen poner a prueba la paciencia de sus padres a través de sus negativas a comer determinados alimentos, ingiriendo solo una pequeña porción de comida, levantándose de la mesa, discutiendo, tirando el plato, escupiendo… Estas conductas manipulativas que desesperan a los padres les hace ser conscientes de la influencia que tienen sobre ellos, lo que da lugar a luchas de poder constantes. Enzarzándose en discusiones, tienen grabado en sus mentes «¡Mis padres no pueden conmigo, puedo controlarlos con mi comportamiento!»

 

Cuando este escenario de disputa se repite a lo largo del tiempo, se acaban consolidando dinámicas familiares inadecuadas que hacen que las comidas se conviertan en un suplicio. Además, los menores pueden llegar a desarrollar actitudes negativas hacia la comida (quejarse de dolores de barriga, vomitar y desarrollar manías alimenticias) a la vez que se les altera el ciclo natural de hambre y saciedad.

 

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¿Cómo dar un giro a esta situación?

 

 

 

Ellyn Satter (www.ellynsatterinstitute.org) plantea tener presente una interesante premisa que se guía por dos normas básicas:

 

  1. Los padres son responsables de QUÉ, DÓNDE y CUÁNDO comen sus hijos.

  2. Los niños son responsables de CUÁNTO comen.

 

Esto se traduce en que los padres son los encargados de seleccionar, comprar, preparar y ofrecer las comidas a los pequeños, teniendo en cuenta que no es recomendable sustituir alimentos ricos nutricionalmente (verduras, frutas,…) por otros más pobres pero sabrosos que les gustan y con alta probabilidad se comerán (pizza, patatas fritas,…). Lo ideal es que toda la familia coma el mismo menú, salvo prescripción médica, y que los alimentos sean variados para que los pequeños tengan la oportunidad de ir probando sabores y texturas diferentes.

 

Como también es tarea de los padres elegir el lugar dónde se come, lo más adecuado es hacer uso de una mesa en un sitio tranquilo y sin distracciones. Es importante evitar la televisión, el móvil, la tablet u otros aparatos electrónicos y favorecer las conversaciones en familia sobre temas que no generen conflicto.

 

Con respecto al horario de las comidas, lo ideal es establecer una rutina de cinco comidas al día (desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena) que se cumpla estrictamente de modo que el niño no coma en cualquier momento que a él le apetezca. Dejaremos bien claro a los pequeños que si por ejemplo, no quieren comer a medio día, no se les permitirá probar nada hasta la hora de la merienda.

 

Ahora bien, los encargados de decidir si comer o no y la cantidad a ingerir son los propios niños. Tal vez esta sea la premisa más difícil de asumir para los padres. El miedo a que si dejamos elegir al niño no comerá lo suficiente, puede evitarnos la oportunidad de observar cómo se reconducen drásticamente sus problemas alimentarios. Al recaer en el niño la decisión acerca de cuánto comer, favorecemos la restitución de la capacidad natural de su organismo para establecer la cantidad de comida que necesita, en función de sus sensaciones de apetito y saciedad. Por lo tanto, los padres pueden contribuir enormemente a este fin dejando de insistir para que los niños coman lo que ellos consideran adecuado y no proporcionando comida a deshoras para compensar.

 

imagesEn resumen, para conseguir que toda la familia acabe disfrutando de las comidas es crucial un cambio de actitud. Teniendo en mente la idea de que los adultos son los que deciden qué se come y los niños cuánto, normalizaremos las pautas de alimentación. Además, haciendo un esfuerzo por reducir la atención excesiva sobre la conducta alimentaria del niño, evitando lanzar mensajes del estilo tipo «este niño come fatal«, «sólo come lo que le gusta«, «la hora de la comida es un suplicio con él» para prevenir que integre la etiqueta de mal comedor en su autoconcepto y controlando nuestros propios miedos lograremos que las comidas sean momentos de reunión familiar agradables. ¡Con paciencia y consistencia es posible!

 

 

Clínica Vanesa Hernández

Psicología Infantil

 

 

¿Que es lo que falla?¿De dónde viene mi insatisfacción?¿por qué me siento vacío?

¿Que es lo que falla?¿De dónde viene mi insatisfacción?¿por qué me siento vacío?

«Psicólogos en Murcia»

 

insatisfacción

Si en tu mente rondan preguntas como ¿qué es lo que falla?¿de dónde viene mi insatisfacción?¿por qué me siento vacío?, puede que, si sigues leyendo estas líneas encuentres algunas respuestas.

Lo tienes todo para ser feliz, de hecho, estas en uno de los mejores momentos de tu vida, ya que puede que hayas conseguido todo o casi todo aquello que anhelabas para conseguir la ansiada felicidad. Y ahora que lo tienes, no te sientes como esperabas.

Haces todo aquello que has hecho hasta ahora para sentirte bien, sin embargo, ahora no funciona como siempre. Realizas pequeños cambios en tu rutina, pero al no conseguir la sensación deseada, abandonas y vuelves a las costumbres de siempre. Buscas fuera todo lo que puede estar fallando, pero todo está bien, como querías que estuviera. Pero tu no te sientes bien.

Pues, voy a decirte algo. Quizá no encuentres lo que buscas porqué estás mirando en el sitio equivocado. Fuera, todo está bien, tienes razón. Por ello, no encuentras qué es lo que falla. Dónde quizá encuentres algo que no funciona es dentro, dentro de tu mente y de tus creencias. El paradigma que dirige tu vida.

En la mayoría de los casos, cuando esto ocurre el motivo fundamental son unas creencias que se han quedado anticuadas para tu nueva forma de bienestar.

Las creencias, principios o valores implícitos organizan sin que nos demos cuenta la forma en que percibimos nuestra realidad, a nosotros mismos y a los demás. Son las lentes a través de las cuales miramos al mundo. Cuando tengo un grado de insatisfacción sin explicación aparente, puede que sea necesario cambiar la graduación de esas lentes, ya que las que tengo, no me permiten ver las cosas con la suficiente claridad y nitidez como para reportarme el bienestar que necesito.

LENTES
Así que si ya has buscado fuera sin encontrar el motivo de tu insatisfacción, te recomiendo que prestes atención a tus pensamientos, ya que en ellos detectarás lo que de forma consciente o no decidiste en un momento dado que serían las normas por las que se regiría tu vida.

Estas normas definen lo que es importante para ti, lo que es una prioridad en tu vida para  poder sentirme bien. Sin embargo, casi nunca nos hemos parado a pensar si las creencias que diariamente organizan nuestra vida, nos definen o nos hacen ser la persona que nos gustaría y nos llevan por el camino que nos apetece recorrer. Muchas de ellas, llevan contigo tanto tiempo que ni siquiera te das  cuenta de su presencia, pero están tan arraigadas que tampoco te las cuestionas, no te plateas si son ciertas o no, si te producen realmente bienestar, o se han quedado obsoletas. Sin embargo, pese a que las creencias pueden ser las mismas durante años, y ni siquiera sabes ni cuando decidiste empezar a pensar así, ni tampoco por qué lo hiciste, tus necesidades, circunstancias vitales, laborales, familiares, etc, han podido cambiar. Esas creencias no son compatibles con tu nueva situación, sin embargo, por inercia sigues fiel a ellas, durante un tiempo valieron, es más, alguien podría decir: “ «siempre me ha funcionado, yo soy así”, y entonces más nos aferramos a que es cuestión de esforzarnos más en ser fiel a ellas, una cuestión de fidelidad, más que una cuestión, de un desequilibrio real, producido porque mis creencias no se ajustan a mi nueva situación.

insatisfacción 2Esto provoca una sensación de insatisfacción continua, ya que si, por ejemplo, mis creencias dan prioridad a valores como el trabajo, asumiendo una responsabilidad excesiva y adoptando una actitud de demostrar y demostrarme que soy capaz para el puesto, puede que ese día se me haya quedado algo por hacer. En mi cabeza es prioridad el terminar esa tarea, con lo que es pensamiento conecta directamente con mi sistema emocional y pienso que no me sentiré bien hasta que la acabe. Si por el motivo que sea, no soy capaz de terminarla, ese día, llegaré a casa con una sensación de insatisfacción elevada, tirando por tierra, no solo todo el trabajo que he realizado ese día, sino también, todas las cosas maravillosas que he sido capaz de realizar, disfrutar o experimentar.

De ahí la importancia de nuestro sistema de valores y creencias. Una creencia o pensamiento, está directamente relacionado con las emociones que sentirás en función de él.

Pero si estas en un momento vital, en el que ya tienes una estabilidad laboral, me he demostrado y demostrado a los demás que soy de sobra competente en  mi trabajo, no tiene sentido que mi prioridad siga siendo esa. Seguramente hubo una época en mi vida que lo fue. Pero en este momento mis necesidades han cambiado. Pero mi mente, animal de costumbres,  me sigue diciendo que me sentiré bien sólo si sigo esa premisa. De hecho si la sigo, pensaré que hice lo correcto, pero lo que en ese momento no sé es que, si no escucho mis necesidades, esa sensación de hacer lo correcto, se tornará a lo largo de los días, semanas, meses, años, en una sensación de malestar generalizado, insatisfacción con todo, falta de motivación e ilusión, y caeré en la cuenta que lo que siempre me funcionaba ya no lo hace.

Por lo tanto, la clave estaría en reestructurar las creencias origen para reeducar nuestro sistema emocional, y volver a recuperar el equilibrio y el bienestar

 

insatisfacción 3 Para reestructurar las creencias que ya no me dirigen hacia la persona y la vida que quiero, lo primero es identificar cuales son. Quizá esta sea la tarea más complicada. Puede que racionalmente las haya cambiado ya, es decir, creo que pienso de otra manera a la que pensaba antes, pero emocionalmente no he logrado interiorizar el cambio para sentirlo así.Ya  forman parte de nuestra personalidad. También puede ocurrir que, en alguna ocasión, hayamos hecho el intento de cambiar algo, y como no me hacía sentir bien tampoco, volvimos a la vieja costumbre, que aunque malo, por lo menos conocido. No tuvimos la paciencia suficiente para entender que las emociones siempre van más lentas que los pensamientos y comportamientos. No es que no funcionase, sino que no esperamos lo suficiente para comprobar que ocurría

Así que, te propongo hacer una excursión diaria a tus pensamientos y explorar en qué tipo de creencias se apoyan, por que seguramente te des cuenta que aunque ya no te sientas identificado con ellas, te las crees fielmente y actúas y te sientes en función de ellas. Muchas de estas creencias además, ni siquiera tu las decidiste. Son el resultado de la educación, el colegio, la cultura, el entorno, las experiencias vividas, y una mezcla de todo. Se fueron acomodando en tu mente, muy poco a poco, tan lentamente que no te percataste que habían ocupado el puesto de mando de tu barco, y por comodidad, miedo a asumir el timón, o simplemente por no cuestionarlo, decidiste ser durante un tiempo un pasajero del barco de tu vida al que llevaban cómodamente a un destino, supuestamente el paraiso de tu bienestar, pero que nadie te preguntó, ni tú te paraste a pensar si te apetecía continuar en esa travesía. A todos nos llega el momento de que nos percatamos de que no somos nosotros quienes llevamos el timón del barco, pero aunque queremos asumirlo, posponemos el hacerlo porque aunque no nos sintamos capaces de pilotar la nave, una vocecilla nos dice que es nuestra nave, que podríamos.

Pero entonces nos encontramos con otro problema mayor. ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿A dónde queremos ir? ¿Qué es lo que nos hará felices?. Y en ese momento nos damos cuenta de que no sabemos qué rumbo tomar, ni qué destino escoger, y puede que en ese momento decidamos que posponemos el asumir el barco unos días más, o semanas o meses o años. Ahí es cuando la dulce travesía que me llevaba a ese destino paradisiaco, empieza a no gustarme, a provocarme sensaciones de insatisfacción, ya no disfruto del crucero, y entonces no sé qué hacer porque aún no sé que destino elegir.

 

Este punto es casi tan complicado como el anterior. Para poder cambiar una creencia tengo que saber qué cambiar, pero para cambiarla tengo que tener otra de repuesto. Así que después de ser consciente que el rumbo quieres cambiarlo y asumirlo tu, tendrás que elegir un destino que te permita determinar la mejor travesía para llegar a él.

 

Puede que el motivo de tu insatisfacción esté en un sistema de creencias que ya no cuadran con tus nuevas necesidades e inquietudes.

Atrévete a explorarlas y cambia de paradigma. Quizá tus lentes necesiten una nueva graduación.