Las rabietas forman parte del desarrollo evolutivo normal de un niñ@. Sin embargo, es uno de los temas más frecuentes que los papas plantean en consulta. Para la mayoría de los papás, es algo incontrolable y que genera un gran desconcierto. Les preocupa no poder controlarlas y no estar haciendo las cosas bien con sus pequeñ@s

Las rabietas que forman parte del desarrollo normal de un niño, suelen darse entre los 1 y los 5 años, teniendo su máxima expresión entre los uno y los 3.

Las rabietas son la forma que tienen los niños de expresar sus emociones. A nivel evolutivo, no están preparados para aceptar que sus deseos no se cumplan de forma inmediata y tampoco cuentan con mecanismos o herramientas para poder expresar lo que sienten de otra manera. Si nos paramos a pensar ¿Cómo podría un niño de un año de edad, que aún no sabe ni hablar, manifestar sus descontento con algo? La frustración, la rabia, el estrés, el miedo incluso, lo expresan de esta manera.

Si partimos de este punto, es decir, que las rabietas son una expresión normal de las emociones, y que el niño lo hace de este modo porque no sabe hacerlo de otro, llegaremos a la conclusión que, están desprovistas de cualquier intencionalidad. En los niños pequeños, no hay intención de generar un malestar a sus padres cuando tienen una rabieta. Sin embargo, en niños más mayores, puede haber un componente aprendido, ya que hayan observado en repetidas ocasiones, que con sus rabietas consiguen lo que quieren, sea a nivel emocional o cualquier cosa que deseen en ese momento.

La terapia con los padres, en este caso, consiste en proporcionarles pautas para que puedan acompañar a sus hij@s en esta fase sin sentirse culpables ni incómodos cuando las rabietas se den. Hay que tratar que establezcan una relación sana con sus hijos, y entiendan que es una fase donde tienen que entender a sus hijos, para que su desarrollo emocional sea óptimo. No hay que tratar de evitar las rabietas, son necesarias para el desarrollo cognitivo y emocional de los niños. Hay que gestionarlas desde el amor y la comprensión.

Quizá, algunos papás que estén leyendo esto, piensen que desde el papel y la teoría todo suena muy fácil, pero que, cuando un niño te monta una rabieta en medio de la calle, o en un restaurante, es muy difícil controlar los nervios. Muchos papás, tienen miedo al qué dirán, a lo que pensarán los demás, acerca de su labor como padres. Por ello, ceden a la emoción del niño, dándole lo que desea en ese momento para que la rabieta termine cuanto antes. Otros papás, directamente, prefieren no salir con sus hijos, para evitar la situación.

En ningún momento, hemos mencionado que esto sea fácil. Se puede convertir en una etapa agotadora y donde el estado emocional del adulto también se resienta. Por otro lado, dependerá del temperamento que tenga cada niñ@.

En cualquier caso, hay que armarse de paciencia y saber que es una etapa que pasará, y si uno se siente desbordaoo e incapaz de poder gestionar esta etapa, puede pedir ayuda profesional, que siempre vendrá bien para, por un lado, saber qué hacer con las emociones de los niñ@s y las rabietas, y por otro, como gestionar las nuestras, como adultos.

Si estás leyendo estas líneas, seguramente te sea de ayuda lo que te cuento a continuación.

  • La primera recomendación que te puedo dar es, partir de que tu hijo está teniendo una emoción negativa, con lo que sería positivo tratar de entender qué le ocurre, por si fuera posible solucionar aquello que le hace sentir tan mal.
  • Resulta muy útil, verbalizarle al niño la emoción que nosotros creemos que está sintiendo, para que ellos también normalicen la emoción y entiendan qué les está pasando. Por ejemplo, » creo que estás muy enfadado…»,»veo que estás muy muy rabioso».
  • Mostrarse tranquilos y relajados para trasmitirles calma, y no contagiarnos de la emoción del niño. Si perdemos la paciencia, gritamos, o le negamos al niño su emoción, conseguiremos el efecto contrario. Puede que agudicemos su rabieta, o lo que es peor, que la estemos reforzando negativamente para veces posteriores.
  • Por ello, en ningún caso, elevar la voz, ni gritarles, ni insultarles, ni que decir tiene, pegarles.
  • Si su emoción es muy intensa, y la rabieta es desproporcionada, es recomendable apartar al niño del escenario donde se encuentre, abrazarle, aunque en principio el se resista y tratar de que exprese su emoción acompañado y desde el amor. Contenerles físicamente funciona para relajarles y protegerles de que se hagan daño o se lo puedan hacer a los demás.
  • Acompañarles en todo momento. Aunque estemos tentados a mandarles a su habitación, o a ignorarles, no es efectivo. Cuando son pequeños, lo que conseguiremos dejándoles solos es agudizar su emoción, ya que se sentirán abandonados, y creéme, no les servirá para reflexionar. No son conscientes de lo que les ocurre ni de lo que están provocando ¿qué van a pensar entonces?
  • Por último, pero muy importante, ser respetuosos con nuestros pequeños, tratando de cuidar su dignidad, y ser flexibles con sus limitaciones. Recuerda, no tiene mala intención, no es un tirano, no lo hace por fastidiar, no es nada personal, y tampoco busca manipularte ni chantajearte emocionalmente.

PSICÓLOGA INFANTIL EN MOLINA DE SEGURA, MURCIA

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