«Psicólogos en Murcia»

 

Es fácil motivarse cuando hacemos algo que realmente nos gustas, que realmente amamos. Pero no siempre perseguimos aquello que amamos.

Nos podemos pasar la vida lamentándonos por ello, lamentándonos por aquellas decisiones «mal tomadas», que nos dirigieron por un camino a un destino que no nos gustó. Pero lejos de plantearnos cambiar de dirección y optar a otro destino, nos sentimos culpables por aquellas decisiones, frustrados, y condenados a seguir tomando otras en base a una primera que fue errónea, y todo, por no pararnos a pensar y atrevernos a establecer cambios.

Parece absurdo, incluso podría resultar cómico, cuando pensamos en la forma en que la mayoría de nosotros dibujamos nuestro destino. Piensa como fue. Para la mayoría, que pensábamos tenerlo más o menos claro en aquel entonces ocurrió esto. Un buen día, un joven de 17 años tuvo que plantearse su destino. Y allá fue él, a la secretaría de una facultad a solicitar una carrera que no conocía. Es gracioso porque es como si ahora, una vez adultos, le confiáramos nuestro futuro, nuestra vida a un joven, que sin experiencia, y con los pensamientos y necesidades propios de esa edad, no le permitimos que se equivoque. ¿Te lo habías planteado así alguna vez?motivación2

Por otro lado, la mayoría de las cosas que suceden en nuestra vida, lo hacen por azar, por casualidad, ocurren sin más, no las elegimos nosotros. El sitio en el que nacemos y crecemos, en el que la mayoría de nosotros termina viviendo toda su vida, los amigos de los que te rodeas, les conociste en el colegio, en el instituto, facultad o simplemente en el barrio. Nuestros hábitos y rutinas, de ocio o no. Hasta nuestro ocio en ocasiones está condicionado por el sitio en el que vivimos y la gente con la que nos relacionamos. y si todas estas cosas no las elegimos nosotros,¿ por qué tendrían que gustarnos?

En algunos casos, se habrá tenido la suerte de que el puzzle fue construyéndose solo, y la imagen que obtuvimos por resultado nos gustó. Nos gustó tanto que no quisimos cambiarla nunca. Pero en otros casos, seguramente no fue así.

En general, cuando llegamos a la edad adulta, seguimos viviendo en el mismo sitio en el que crecimos, mantenemos amistades que seguramente ya no tengan nada que ver con nosotros, pero ahí siguen, seguimos buscando diversión y motivación con las limitaciones que nuestro entorno nos proporciona.

¿Por qué si algo no nos satisface no lo cambiamos? Miedo, presión social, no tener la forma…

Nada de ello cambiará, todo permanecerá igual, lo único que podrá cambiar serás tu mismo.

En esta sociedad de continuo cambio, de ritmo cada vez más acelerado, en la que todo es temporal, nos seguimos empeñando en la idea de bienestar y felicidad como algo estable y duradero. Lo eterno, lo que dura para siempre, lo que no cambia es lo seguro, lo que nos hace sentir que todo está bajo control. ¿No es contradictorio?

Para buscar esa estabilidad, necesitamos controlar  un futuro incierto, un futuro que no sabemos si llegará, pero tener la sensación de que estamos viviendo para él, nos da tranquilidad. ¿Cuantas cosas nos perdemos por no vivir el presente? ¿ Es más sensato vivir hoy o esperar a mañana para hacerlo? Entonces ¿Por qué cuando una persona trata de cambiar su vida y vivir el presente tratamos de traerle a «nuestra realidad» diciéndole frases como » VENGA HOMBRE, SE SENSATO Y NO HAGAS TONTERÍAS»?motivación 3

Sinceramente creo que la mayor insensatez es pasarnos la vida esperando ser felices cuando nos jubilemos. Vivimos pensando que cuando tengamos 65, 67 o los que sean, estaremos en el momento de plenitud personal para vivir todo aquello que no vivimos. Trabajamos toda la vida para tener una jubilación digna. ¿Tendremos la salud y motivación para hacer todo lo que pospusimos para ese momento?

¿Merece la pena esterar tanto? Párate y piensa.

Da la sensación que una persona sólo se plantea el cambio cuando todo le va mal. No digo que la necesidad de cambio no se haga evidente en un momento en el que lo que subyaga al estado personal sea una sensación de insatisfacción.Decir que en los estados de estrés, ansiedad…se esconde cierta insatisfacción. Pero no tiene por qué producirse cuando las circunstancias externas sean desfavorables. De hecho, cuanto peor nos van las cosas, más nos aferremos a que se mantengan como están, a volver al estado en el que se encontraban antes de que fuesen así. Nos sentiremos tranquilos en la medida en que volvamos a lo estable.

En ocasiones aparentemente todo va bien, no hay motivos para sentirse insatisfecho, desmotivado o estresado. Miramos a nuestro alrededor y en la cajita de cristal en la que decidimos vivir confortablemente, todo sigue igual. Cuanto más decidimos crecer dentro de esa cajita de cristal, más duro se nos hace salir, y llega un momento en el que aunque quieras, has engordado tanto dentro de ella, que la única forma de salir es rompiendo la cajita.

¿Nos atreveríamos?

El éxito es en algunos casos el mayor impedimento para el cambio, el freno que impide el  poder hacer lo que amas, ya que implica el romper la cajita de cristal en la que tan confortablemente se vive. 

Y ahora alguien podría pensar, ¿Por qué abandonar algo si tienes éxito?¿Por qué cambiar de vida si te va bien?

El éxito en algo no es sinónimo de satisfacción personal. Las necesidades personales van cambiando. Todo cambia, pero nosotros no nos podemos permitir ese «gran lujo». En una sociedad en la que la estabilidad cotiza muy alto, el romper la caja de cristal puede ser una «gran locura». Pero no lo es seguir confiando en aquel joven que decidió sobre mi futuro.

Se que todas estas cuestiones que planteo, parecen utopías, pensamientos propios de conversaciones de café, que se quedan en eso, en pensamientos…

Pero pueden llevarse a la práctica.

Está claro que la felicidad de cada uno, la satisfacción personal, el bienestar, depende de cada uno. No te engañes pensando que no depende de ti.imagesCAC89KYP

Está claro que las circunstancias aprietan. En ningún caso estamos hablando de un cambio radical de hoy para mañana. Quiero trasmitir que el bienestar empieza por una cuestión de actitud y sigue por proponerse un objetivo. Quizá el cambio no llegue hasta pasados unos años, pero habré tomado la decisión de llevar mi vida por el camino que quiero para llegar a un destino elegido

A partir de ahí sólo tendré que ir tomando pequeñas decisiones encaminadas a ese objetivo. Podré tomar tantas como quiera, y siempre teniendo claro que, es mi decisión con lo que la podré cambiar tantas veces como sea necesario, para poder llegar donde me proponga.

Nadie dijo que fuera fácil, ya que las viejas costumbres y hábitos, en la medida que nos despistemos, nos harán dudar acerca de si el camino elegido es el que nos lleva al destino correcto.

No hablamos de grandes cosas, sino de sentirnos satisfechos con nosotros mismos cada día

¿Te atreves a pararte a pensar?

 

«Psicólogos en Murcia»

 

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