imagesCACP9BRMTodos estamos expuestos a sufrir pérdidas dolorosas. Aprender a vivir sin alguien es un proceso complicado y difícil, ya que cuesta asumir que la persona a la que queríamos o  necesitábamos ya no estará nunca más con nosotros.

El duelo no es una enfermedad, es un proceso inevitable y sano para poder continuar con nuestra vida, dándole un nuevo sentido ahora que nos falta alguien importante en ella, aceptando que hemos cambiado para siempre y nunca volveremos al mismo estado anterior a la pérdida. Es universal, ya que cualquier persona lo sufrirá ante una pérdida significativa, pero también único, cada persona lo vive de una manera determinada, puesto que las variables como personalidad, resiliencia, poseer estrategias de afrontamiento satisfactorias, etc. influirán en la vivencia particular del duelo. Además, hay que considerar la cultura y normas sociales, la edad, género o tipo de relación traen asociadas estereotipos a la hora de reaccionar ante una pérdida, lo que no siempre facilita su expresión y genera más sentimientos negativos, e incluso contradictorios, que lo dificultan aún más.


Es por esto que la denominación duelo patológico puede hacernos pensar que padecemos algo malo, que debemos superar cuanto antes, y si no es así, algo estamos haciendo mal, algo en nosotros no funciona correctamente, porque deberíamos estar ya bien, seguir adelante y dejar de pensar en lo injusta que es la vida. Con esto no hacemos más que castigarnos por sentirnos incapaces, lentos o culpables, algo que se añade a las intensas emociones que experimentamos  thCAPQFX4Ne incrementa nuestro malestar.

Por este motivo, es mejor hablar de duelo complicado, cuando los sentimientos intensos normales al inicio del mismo se prolongan excesivamente en el tiempo, cuando nuestra vida queda paralizada y no podemos rendir en las situaciones cotidianas, cuando interfiere significativamente en nuestro día a día, en nuestras relaciones interpersonales y en nuestra forma de vernos y valorarnos.

Desde la psicología, entendemos que estos factores son los que pueden indicar que el proceso normal de duelo está viéndose paralizado o enlentecido de forma que afecta seriamente a la vida de la persona que lo vive, pensando y sintiendo multitud de emociones y sensaciones desagradables.

Si estás en este punto, experimentando una pérdida dolorosa, podrás identificar esos componentes del duelo, ya que consiste en un conjunto de manifestaciones emocionales, comportamentales y pensamientos consecuentes con la pérdida o con su anticipación, pues en algunos casos puede comenzar aun cuando la persona está viva, pero se es consciente de que fallecerá.

Ante una pérdida el dolor emocional que se siente puede parecer imposible de superar, ya que es difícil aceptar que la persona a la que queremos ya no está, ni lo estará nunca más. Las respuestas ante una pérdida son tantas como personas existen en el mundo, como ya hemos visto, aunque podemos pensar en determinadas reacciones, como llanto, tristeza, sensación de incapacidad, shock, negación, son frecuentes y comprensibles, si bien cada una tiene unas consecuencias emocionales diferentes, que pueden hacer que el proceso normal de duelo se torne complicado.

Una característica frecuente en los procesos de duelo es revivir la situación, especialmente si ha sido traumática, en la que la persona querida falleció. No es algo raro, morboso o enfermizo. Es normal, necesario para cambiar la forma de ese dolor, para que su intensidad disminuya, aunque siempre esté ahí. Puede ser que en esta fase los sentimientos de culpa sean grandes. ¿Por qué no puedo seguir adelante?, ¿por qué me acuerdo tanto?, ¿pude o se pudo hacer más porque viviera?

Como se ha dicho anteriormente, una pérdida supone un cambio en la persona que la ha sufrido, pero no necesariamente ha de ser peor, ya que ese dolor puede hacernos descubrir y valorar nuevos aspectos o situaciones que antes no hacíamos.

Hay determinadas variables que facilitan que este proceso siga su curso normal, en el cual pasaremos de un intenso dolor a una aceptación y recuerdo positivo de las experiencias vividas con esa persona querida. Como se ha dicho, las variables personales son un indicador potente de cómo se vivirá una pérdida, las culturales modularán la forma en la que se exteriorice el dolor, así como las económicas, ya que si la persona fallecida era el soporte económico, es normal que las preocupaciones aumenten. Por último, las variables sociales, como saber que se cuenta con una red de apoyo grande, que permita comunicar las emociones y pensamientos, y sepa acompañarnos en este proceso, serán un fuerte amortiguador del dolor que sintamos.

Por lo general, el duelo se supera en mayor o menor medida, permitiendo seguir su vida a la persona, no obstante, habrá casos, en función de las características citadas, en los que se requiera del soporte necesario y adecuado a la circunstancia particular. En este punto también contamos con la ayuda de los profesionales que, con su formación y experiencia, pueden ayudarnos a aceptar y adaptarnos a esta nueva vida, recordando al fallecido, recolocándolo de otra forma en nuestra vida, mediante el trabajo emocional con nuestro dolor.

imagesCAMGH8SC¿Cómo puedo saber si mi proceso de duelo se está complicando?

Si todos, o casi todos los días pienso o siento cosas que me impiden centrarme en mis objetivos, en mi rutina y obligaciones, en no disfrutar de las cosas. Anhelos, preocupaciones sobre su muerte (¿podría haberse evitado?, ¿sufrió mucho?), aturdimiento, incapacidad para aceptarlo, hablar del tema, evito sitios, lugares, celebraciones que me recuerden a él. Culpa, tristeza, enfado, baja autoestima, autocrítica por no superarlo, no ser capaz de aceptar nuevas obligaciones. Afecta a mi trabajo, a mis amistades, a mi familia.  Sentimientos de soledad, de que la vida no tiene sentido, incapacidad para confiar en nadie…

Partamos de la base de que todas las respuesta que se den ante una pérdida son normales, no se puede juzgar la reacción de una persona, si bien existen con unos parámetros que determinan cuándo un duelo requiere un acompañamiento psicológico profesional. En concreto, podemos hablar de problema, cuando la intensidad de las reacciones es muy grande y mantenida en el tiempo, limita nuestra vida cotidiana, o se están llevando a cabo conductas perjudiciales para nuestra salud o integridad física.

Líbrate de los debería, como en cualquier faceta de la vida, cada uno tiene sus propios ritmos. Permítete sentir pena, rabia, dolor, pues son emociones que te ayudarán a seguir adelante. Pero nunca culpa, vergüenza o inutilidad, ya que no podemos controlar, por mucho que le demos vueltas, la gran mayoría de cosas que  ocurren en la vida. Superar una pérdida no significa olvidar, sino aprender a vivir sin alguien, a recordarla con afecto y sin sufrimiento, a echarla de menos, pero no creer que ya no se puede vivir sin ella

María Martínez Cartagena

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