Curso de Inteligencia emocional para niños «Niños emocionalmente inteligentes, niños exitosos»

Curso de Inteligencia emocional para niños «Niños emocionalmente inteligentes, niños exitosos»

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En los últimos años se está desmitificando el enfoque de la inteligencia que atiende solamente al conocimiento o cociente intelectual (CI). Tradicionalmente, se valoraba que los niños más inteligentes eran los que mejores notas sacaban en los exámenes. Sin embargo, se comprobó que esta condición no implicaba que se convirtieran en adultos exitosos. Cada vez más estudios señalan que el desarrollo de ciertas capacidades sociales y emocionales pueden llegar a ser más importantes para el éxito en la vida que la capacidad intelectual.

¿Qué es la inteligencia emocional?

Salovey y Mayer fueron los primeros en hablar de inteligencia emocional, definiéndola como un tipo de inteligencia basada en el uso adaptativo de las emociones y su aplicación a nuestro pensamiento. Para ellos, las emociones nos ayudan a resolver problemas y facilitan que estemos más adaptados a nuestro entorno. Hablan de cómo nuestros estados afectivos ayudan al procesamiento de la información y a la toma de decisiones. Por ejemplo, un niño que ha aprendido a tolerar la frustración en situaciones de aburrimiento será probablemente más capaz de utilizar su imaginación para crear alternativas divertidas para pasar el rato que otro que se ofusca en una rabieta, llora y busca constantemente la atención de los adultos.

«La inteligencia emocional se refiere a un pensador con corazón, que percibe, comprende y maneja relaciones sociales». Salovey y Mayer.

No obstante, fue Goleman en 1995 quien publicó su libro «Emotional intelligence» popularizando el término y favoreciendo su aplicación a diferentes ámbitos de la vida para potenciar el bienestar y el éxito de las personas. Según este autor, la inteligencia emocional consiste en:

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Conocer las propias emociones.

Manejar las emociones.

Motivarse uno mismo.

Reconocer las emociones de los demás.

Establecer buenas relaciones con los demás.

«La inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía y la agilidad mental. Ellas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social.» Daniel Goleman.

Las capacidades emocionales no se oponen a las cognitivas (CI), sino que ambas interactúan de forma dinámica. Idealmente, los niños y niñas pueden destacar tanto en unas como en otras. Tal vez, la diferencia más evidente entre ellas es que mientras que el CI evaluado mediante tests de inteligencia estandarizados tiene una importante carga genética y se considera bastante estable a lo largo de la vida, las capacidades emocionales pueden potenciarse  a través del aprendizaje activo. El desarrollo de las capacidades emocionales y sociales requiere práctica continuada y eso conlleva un tiempo para consolidar el aprendizaje, pero una vez adquiridas, el niño las hace propias.

¿Qué beneficios tiene el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños?ie3

Numerosas  investigaciones han demostrado que los estudiantes afrontan más exitosamente los problemas de la vida diaria si además de aprender los contenidos académicos son educados para desarrollar sus habilidades sociales y emocionales. Algunas de estas habilidades son la adquisición de una mayor autoconciencia para identificar las emociones propias, capacidad para dominar las emociones perturbadoras como el estrés, la tristeza o el enfado, y desarrollo de sensibilidad ante las emociones de los demás.

Las bases de estas aptitudes se empiezan a construir en la infancia. Durante estos años, el cerebro es especialmente plástico y las experiencias diarias de los niños van configurando sus circuitos neuronales sociales y emocionales.

Veamos el ejemplo de Mario que tiene 10 años y es un estudiante excelente. Es constante y aplicado, lo que se refleja en unas notas sobresalientes en sus exámenes. Sin embargo, se siente muy inseguro cuando tiene que exponer un trabajo delante de sus compañeros. La noche anterior no duerme bien y se pone muy nervioso pensando en que se puede equivocar. Cuando sale a la pizarra, le tiembla la voz y le sudan las manos.

Si ayudamos a Mario a reconocer sus emociones y pensamientos y le proporcionamos estrategias para que pueda dominarlos y calmarse, estamos fortaleciendo sus circuitos neuronales para dominar la angustia. De esta forma, aprende a superar con éxito esta situación y otras similares en el futuro. En el caso de no intervenir, es bastante probable que Mario tenga problemas para tranquilizarse cada vez que tenga que hablar en público e incluso pueda generalizar esta reacción a otras situaciones que también le generen ansiedad.

El desarrollo de las habilidades sociales y emocionales en los niños les hace ser mejores estudiantes. No solo aprenden cómo tranquilizarse y desenvolverse mejor, sino que se ha evidenciado que aprenden con mayor eficacia. Los niños que no disponen de estrategias para disminuir su ansiedad no tienen tanta capacidad de atención para aprender, resolver problemas y comprender nuevos conceptos. Al reducir la impulsividad y la angustia y mejorar la atención y la memoria proporcionamos a los menores las mejores condiciones para el aprendizaje. Por lo tanto, los niños con capacidades desarrolladas en el ámbito de la inteligencia emocional son más felices, confiados y alcanzan mayor éxito escolar.

La adquisición de competencias emocionales no sólo aumenta la tasa de aprendizaje infantil sino que también disminuye la aparición de problemas relacionados con la violencia ya que se potencian la autoconciencia, la confianza en uno mismo, la empatía, la gestión adecuada de las emociones e impulsos perturbadores que ayudan a mejorar la conducta de los niños. A través de la asertividad, aprender a expresarse y a defender sus puntos de vista.

La incidencia de los factores emocionales también está relacionada con el ámbito de la salud. Se ha comprobado que las emociones perturbadoras y las relaciones tóxicas favorecen la aparición de algunas enfermedades. Por lo tanto, niños que gestionan de forma más consciente y tranquila sus conductas, disfrutan de mejor salud.

¿En qué consiste el curso?

ei4Invitamos a niños y niñas de entre 8 y 12 años a conocer y practicar numerosas estrategias que potenciarán sus capacidades sociales y emocionales. A través de juegos y actividades lúdicas, les animamos a construir una imagen positiva de ellos mismos, fomentando su autoestima.  Les ayudamos a aprender a diferenciar sus propias emociones y las de los demás y a actuar en consonancia,  a hacer frente a emociones perturbadoras como la vergüenza, el enfado, el estrés o la tristeza, a relajarse y a relacionarse con los demás de forma asertiva. Niños y niñas con diferentes características de personalidad son bienvenidos puesto que todos se pueden beneficiar de las estrategias para desarrollar su inteligencia emocional. Estos efectos tendrán un impacto positivo en su bienestar personal y en el de las personas de su alrededor. 

Metas y objetivoslapiceros

– Desarrollar la autoestima y la confianza.

– Que el niño/a logre un mayor conocimiento de sí mismo y de sus posibilidades, aptitudes y actitudes.

– Mejorar la capacidad para resolver problemas.

– Entrenamiento en habilidades sociales, trabajando el funcionamiento en grupo y la capacidad de conversar para aprender a reconocer, interpretar y responder adecuadamente en situaciones sociales.

– Conocimiento, comprensión y trabajo de las emociones, conciencia, comunicación y control emocional.

– Entrenar y promover la auto-motivación y las capacidades de realización: cómo enfrentar y superar el fracaso y el valor de la persistencia y el esfuerzo.

– Promover hábitos de conducta positivos a través de emociones morales como la sinceridad, la atención, la empatía y la integridad.

– Establecer vínculos, desarrollar la empatía, mejorar la capacidad de influencia y la comunicación.

«PADRES SEPARADOS CON HIJOS FELICES»

«PADRES SEPARADOS CON HIJOS FELICES»

 

padres1«El divorcio no pone fin a la familia, lo que hace es reorganizarla, puesto que los padres lo son para toda la vida.»

Folberg, 1988.

Falta de comunicación, incompatibilidad de caracteres, infidelidad,… son muchas y diversas las razones que pueden conducir a la decisión de poner fin a una relación de pareja. El número de divorcios aumenta progresivamente, dando lugar a un fenómeno social de gran importancia en el que numerosas familias se ven implicadas. Las estadísticas actuales ya indican que un niño tiene mayor probabilidad de que sus padres se separen que de permanezcan unidos.

«No es fácil separarse, ni hay dos historias de separación iguales

A. Ávila, 2002.

La separación suele contemplarse como una vía de escape para una situación que para la pareja resultaba extremadamente dolorosa o estresante. Durante este proceso suelen aflorar diferentes sentimientos y efectuarse cambios en la identidad personal y la autoestima.

Los padres ante el divorcio

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Las personas tenemos diferentes capacidades de autoanálisis, reflexión y resiliencia que influyen en la forma de afrontar la separación y de adaptarnos posteriormente.

Frecuentemente, cuando la situación de ruptura es inesperada la primera reacción suele ser incredulidad, para dar paso más tarde a sentimientos de enfado y angustia por la incertidumbre ante el futuro.

El enfado y la hostilidad son respuestas comunes sobre todo en personas que se sienten heridas y humilladas, especialmente si se han visto forzadas a la separación. En estas circunstancias pueden alentarse deseos de venganza llevando a contar aspectos negativos del otro a familiares y amigos, destruir objetos de su propiedad, dificultar las decisiones del otro con respecto a la separación e incluso utilizar a los hijos como vehículo de descarga de su agresividad. Esto puede hacer que disminuya el sentimiento de culpa en la persona que fuerza la separación, aflorando también en ella un alto grado de hostilidad hacia la ex pareja.

Después de tantas vivencias compartidas, acabar con una relación afectiva puede conllevar sentimientos de profunda tristeza y soledad. Además, enfrentarse a los quehaceres cotidianos en solitario puede generar altos niveles de ansiedad.

Otras afectaciones frecuentes que sufren las personas durante un proceso de separación son: dificultades atencionales, irritabilidad, tensión, miedos repentinos, insomnio, pérdida de apetito y depresión.

Sin embargo, en este contexto también hay cabida para emociones positivas tales como alegría por haber tomado una decisión meditada, liberación, autoconfianza para realizar cosas nuevas y esperanza para comenzar una vida mejor.

La autoestima puede verse resentida en personas que sienten culpa por fracasar en el matrimonio o por no haber mantenido íntegro el hogar familiar, se ven afectadas por las acusaciones de la ex pareja y la familia, se conciben como poco atractivas o incapaces de iniciar exitosamente una nueva relación,… Todo ello afecta a la identidad personal, sobre todo si estaba organizada en función del papel desarrollado en la familia. Sin embargo, la separación es una buena oportunidad para encontrarse uno mismo y reconstruir una identidad de forma autónoma. Esto se logra con el paso del tiempo, a medida que vamos rehaciendo nuestras vidas y aceptando el fracaso de la relación anterior.

«Nos divorciamos como pareja, no como padres.»

Como hemos visto, las personas que se encuentran en proceso de separación tienen que enfrentarse a la reestructuración de sus vidas y de su propia identidad como individuos. Y a la vez, tienen que hacerse cargo de las necesidades físicas y emocionales de sus hijos. ¡Qué ardua tarea!

Es muy frecuente que tras romper la relación de pareja, las personas no sepan cómo mantener una relación como padres. En teoría, el divorcio sólo debería alterar la relación en pareja y no la relación con los hijos. Cuando esto no sucede así, los hijos sufren.

La separación tiene menos repercusiones en los hijos cuando pueden seguir manteniendo el contacto con ambos progenitores y estos están presentes en acontecimientos importantes en las vidas de los pequeños como cumpleaños, comunión, fiesta de fin de curso,… Para ellos, es importante saber que a pesar del divorcio, siguen teniendo el cariño de ambos padres. De la misma forma, es positivo transmitirles que aunque no haya funcionado, el matrimonio mereció la pena porque ellos son el fruto de esa experiencia.

Los niños ante el divorcio

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Independientemente del período evolutivo en el que se encuentre un niño, la separación de sus padres tiene un efecto inevitable sobre su mundo emocional. Lo más frecuente es que la etapa más crítica para los niños sea el año siguiente a la separación de los padres, ya que durante este tiempo se suelen dar los mayores cambios hasta que se logra una reorganización.

Las reacciones más habituales en los niños tras la separación de los padres son: tristeza porque la familia ha cambiado y no volverá a ser como antes, miedo a perder a los padres, hiperresponsabilidad para proteger a padres y hermanos, enfado, culpa, soledad, conductas regresivas (volver a hacerse pipi, chuparse el dedo, habla infantil,…), disminución del rendimiento escolar, problemas para conciliar el sueño, pesadillas, alteración de la conducta alimentaria y fantasías de reunificación familiar.

Todas estas reacciones generales se consideran normales al comienzo de la separación y a medida que los niños se van adaptando a sus nuevas vidas estos síntomas suelen ir remitiendo.

De hecho, la salud psicológica de los hijos de padres divorciados está más estrechamente relacionada con la presencia de conflicto en casa que con la separación en sí. Además de la presencia explícita de conflicto, existen otros factores que incrementan las probabilidades de que los hijos desarrollen trastornos psicopatológicos tales como la desaparición de una figura parental, discrepancias en las pautas educativas, cambios en las condiciones económicas, cambios de hogar y colegio, actitudes victimistas en los padres, actitudes devaluadoras de un progenitor hacia el otro…

De la misma forma, los padres pueden proporcionar a sus hijos condiciones que favorezcan un correcto ajuste tras la separación y que contribuyan a un buen pronóstico. ¿Cómo? Transmitiendo a los niños respeto y aceptación por el otro progenitor, manteniendo las relaciones previamente establecidas con abuelos, primos, tíos,…, resolviendo y dejando al margen los conflictos, peleas y resentimientos con la ex pareja, negociando con éxito los problemas relacionados con los hijos, propiciando libertad a los hijos para hablar con un progenitor del otro y con el resto de familiares,…

En definitiva, a pesar del profundo cambio que implica la separación de los padres en la vida de los niños, podemos adoptar medidas que ayuden a los menores a gestionar emocionalmente esta experiencia de forma que cada vez hayan más hijos felices de padres divorciados.

¿En qué consiste la terapia?

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Si estás en trámites de separación o hace poco tiempo que has dado el paso de empezar una nueva vida amorosa o en solitario, tal vez te asalten dudas acerca de las necesidades emocionales que puedan tener tus hijos en estas circunstancias. Es indiscutible que esta importante decisión tomada por los padres afecta a los hijos que son fruto de esa relación, considerada ahora perdida.

¿Cómo les digo que nos separamos? ¿Es apropiado explicarles las razones reales de la separación? ¿Cómo actúo ante una posible reacción de enfado, tristeza o indiferencia por parte de mis hijos? ¿Es adecuado consentirlos con regalos y atenciones especiales para evitar que sufran? ¿Cómo hablar del otro padre a los niños? ¿Qué hago si mi ex pareja habla mal de mí a los niños? ¿Cómo afecta el tipo de custodia a mis hijos? ¿Cuál es la mejor manera de educarlos viviendo en hogares diferentes? ¿Qué papel juega la familia extensa (abuelos, tíos,…) en esta situación? ¿Cómo sé si es el momento de presentar a mi nueva pareja?

Abordaremos las cuestiones que más preocupan a padres y madres que se separan y  se encuentran desorientados en lo referente a qué será bueno o malo para sus hijos en común. El objetivo del taller es proporcionar estrategias prácticas encaminadas a lograr una coeducación que favorezca el bienestar de los menores. Te invitamos a asistir de forma individual, con tu ex pareja o con tu nueva pareja.

Los temas que se tratan con más frecuencia

– Cómo explicar la ruptura a los hijos.

– El proceso psicológico de la separación y el divorcio.

– El divorcio de la pareja, no como padres.

– El impacto emocional del divorcio sobre el desarrollo evolutivo de los hijos.

– Factores que contribuyen a la adaptación psicológica de los niños tras el divorcio.

– Situaciones de alto riesgo tras la separación.

– La asignación de la guarda y la custodia.

– El régimen de comunicación y visitas.

– La adaptación en una segunda familia.