Si nos ponemos a hablar del miedo, todos sabemos de lo que estamos hablando.
Una y mil veces hemos podido sentir miedo en nuestra vida.
Es nuestra emoción más primaria, ya que su función es ayudarnos a sobrevivir y protegernos desde que llegamos al mundo.
Tanto es así que no necesitamos tener ´conocimiento ni razón para sentirlo. Nos alertará de modo automático de cualquier amenaza que nuestro cerebro perciba, y su modo de avisarnos es hacernos sentir eso, MIEDO.
Aprendemos a que esa sensación significa que algo va mal, por ello cuando la sentimos conectamos nuestro radar porque algo en nuestro alrededor está fallando, algo puede hacernos daño, a nosotros o nuestros seres queridos.
Visto así es un mecanismo totalmente positivo, ya que es el motor de avanzar, de sobrevivir a las circunstancias.
Sin embargo, ¿es realmente así? Párate a pensar. El miedo ¿Te mueve o te paraliza?
Supongo que la respuesta mas común será: «Depende»
Desde mi parecer el Miedo es la emoción más poderosa con la que cuenta el ser humano, se esconde debajo de muchas otras emociones, y de forma explícita o no, nos mueve o frena para casi todo en nuestra vida.
Nos mueve por miedo a que si nos paramos ocurran o dejen de ocurrir cosas. Y nos frena por miedo a lo que pueda ocurrir, por miedo a perder lo que un día conseguimos, y ante el riesgo, preferimos quedarnos como estamos.
Frases como «piensa mal y acertarás», «Mas vale malo conocido que bueno por conocer», «más vale un pájaro en mano y ciento volando», hacen referencia a este echo.
Lo que cotiza alto hoy día es la seguridad, la estabilidad, pero ¿Realmente hay algo seguro y estable? ¿Puedo yo realmente estar seguro de algo en esta vida?
Todos sabemos que no, y el ser conscientes de ello, nos provoca entrar en la rueda de querer controlar lo máximo posible porque se supone que cuanto más lo hagamos, más cerca estaremos del bienestar.
Sin embargo, como no se puede, podríamos estar así siempre.
No creo que diga nada nuevo si afirmo que lo único que podemos controlar es nuestro presente.
De lo que pueda ocurrir no nos podemos ocupar, sólo podemos preocuparnos. Y ahí es donde nuestro miedo pasa de ser un motor a ser un freno.
Nos podemos ocupar de hacer lo mejor que podamos en este preciso momento nuestro trabajo, pero de si me despedirán o me harán fijo en la empresa o me darán un aumento sólo me puedo preocupar. No me puedo ocupar de ello porque aún no ha ocurrido. De lo que está ocurriendo, que es el momento inmediato si, pero de lo que ocurrirá mañana no.
El reeducar a nuestro miedo, que tan maleducado fue por los refranes y creencias populares.
Desprendernos de esa herencia que la sociedad en definitiva nos dejó, y empezar a asumir la responsabilidad real de las cosas.
OCÚPATE DE LAS COSAS PARA QUE TU MIEDO CUMPLA SU FUNCIÓN DE MOTOR Y DEJA DE PREOCUPARTE PARA QUE NO TE FRENE MÁS
Estos refranes junto con la creencia popular de que la felicidad y el bienestar son sinónimo de control y seguridad, son en parte responsables, de que en lugar de utilizar el miedo como un motor, nos sirva para limitarnos y permanecer parados el mayor tiempo posible.
Y entonces se produce el efecto llamado «profecía autocumplida». Terminamos provocando lo que mi miedo me dijo que ocurriría en un principio.
Como me da miedo a esforzarme en un ascenso y luego no soportar la frustración que supone el que no me lo den, por miedo a sentirme fracasado , pienso que no soy lo suficientemente capaz. No lo intentaré como debiera y terminaré diciendo, «Lo ves yo sabía que no me ascenderían».
y como esta situación infinidad de muchas otras que sin darnos cuenta, por nuestro afán de controlar perdemos de vista que es el miedo el que nos está controlando a nosotros.
Toma las riendas de tu vida, y déjale al miedo sólo el lugar que le pertenece.
Alíate con él, no dejes que el enemigo siga en casa.
.
.
D