Mi hij@ se porta mal ¿Que puedo hacer?. Problemas de comportamiento infantil

Mi hij@ se porta mal ¿Que puedo hacer?. Problemas de comportamiento infantil

Si tu hijo se porta mal y no sabes qué hacer, te vamos a explicar las causas de los problemas de comportamiento infantil, y cómo poder gestionarlos.

Si tu hijo no te obedece, no eres el único. El motivo más frecuente por los que los padres acuden a consulta son los problemas de comportamiento de sus hijos, tales como desobediencia, oposicionismo, rabietas desproporcionadas…

Hay que tener en cuenta que algunos de los problemas de comportamiento en los niños son evolutivos, es decir, que si no se refuerzan desaparecerán con el tiempo. Por ejemplo, las rabietas en un niño de 5 años son propias de la edad. Son necesarias para su maduración y buen desarrollo emocional, ya que le servirán para aprender a tolerar la frustración y entender que las cosas son como son, no siempre, como a él le gustaría. En este caso, como padres, tendríamos que centrarnos en nuestra reacción a las rabietas, hacerlo con tranquilidad e ignorar las peticiones del niño, sin que nos importe que si estamos en público alguien pueda pensar que somos malos padres.

Los problemas de comportamiento en los niños, en ocasiones, persisten en el tiempo y aumentan tanto en frecuencia como en intensidad. En este caso el problema además de darse en casa, se extiende al cole y demás entornos donde el niño se relaciona.

Otro aspecto a tener en cuenta, es que en ocasiones, por motivos laborales, los papas no pueden pasar todo el tiempo que les gustaría con sus hijos, y esto puede afectar también al comportamiento de los niños. Si esos niños pasan la tarde con sus abuelos, lo habitual es que éstos sean muy permisivos, lo que provoca que los niños posteriormente no acepten normas y límites de los padres. Esto puede sumarse al hecho de que, cuando los papas llegan a casa, van con el tiempo justo para preparar cenas, baños, deberes… y unido al cansancio de todos y las tardías horas que se hacen, también los padres ceden en ocasiones para no estar riñendo todos los días, incluso en ocasiones, los papas tratan de aliviar su sentimiento de culpa por no estar más con los niños, concediéndoles todo lo que el niño pide. Y esto puede ser un problema.

Una cuestión importante con respecto al comportamiento de nuestros hijos, es que nosotros como padres, no nos exijamos el mantener unas pautas fijas y límites claros, y nos dejemos llevar por nuestro estado de ánimo, humor o cansancio de ese día. No es saludable que ante un mismo mal comportamiento de mi hijo un día le ponga un castigo muy estricto y otro lo deje pasar porque estoy muy cansado y no tengo ganas de enfrentamientos.

Por otro lado, hay que poner atención en reforzar los comportamientos positivos de los niños, ya que cuando el niño se porta mal si que le reñimos que eso no lo haga mal, por ejemplo, si el niño está gritando montando jaleo, se le dice «niño, no grites más». Sin embargo, si el niño está tranquilamente en su habitación leyendo o jugando, simplemente no se le dice nada. Acercarnos a él en ese momento e interesarnos por lo que hace o mostrarle afecto, sería ideal para afianzar su buen comportamiento.

Los problemas de comportamiento pueden ir aumentando y acumulándose si no se pone solución, afectando a la buena dinámica familiar y a las relaciones entre padres e hijos.

Para afrontar los problemas de comportamiento con nuestros hijos es importante aprender estrategias adecuadas para la crianza y la buena relación con ellos.

Te proponemos algunas recomendaciones:

  1. Haz una lista de los comportamientos que te gustaría que tu hijo cambiara y ordénalos en base a tu prioridad. Ten en cuenta que no puede cambiarse todo de golpe, empieza con uno y cuando lo consigamos sumamos otro. Además, no olvides el grado de dificultad para el niño. Se trata de un proceso de aprendizaje, y como tal, puede no salir a la primera.
  2. Como ya hemos señalado anteriormente, pon el foco en los comportamientos positivos del niño. Seguro que tu  hijo hace muchas cosas bien, que no pasen desapercibidas, díselo.
  3. Los elogios tienen que ser de verdad, no pueden sonar a teatro, si no lo sientes, busca otra conducta que elogiar.
  4. No etiquetes al niño. Si le dices que es malo, el niño creará esa imagen de sí mismo y creerá que lo es, con lo que se comportará fiel a esa imagen y será un «malote».
  5. Anticípate a los comportamientos inadecuados. Comunícale cuál es el comportamiento adecuado y la consecuencia de no hacerlo.
  6. Las normas han de establecerse por adelantado, para que el niño sepa qué tiene que hacer y a que se atiene, al igual que las consecuencias, positivas y negativas.

 

Equipo de Clínica Vanesa Hernández

Psicólogos en Murcia. Psicología Infantil

 

 

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¡Mi hijo no come! ¿Qué puedo hacer?

No es raro escuchar a una mamá  frases del tipo: «mi niño no me come», «este niño no come nada», «mi hija se alimenta del aire, porque comer no me come», «la hora de sentarnos a la mesa es un drama todos los días, no le gusta nada», «ya no me funcionan los castigos…», «lo curioso es que en casa ajena come de todo»

Son muchos los padres preocupados por la falta de apetito de sus hijos. Para muchos se convierte en una preocupación diaria, pues el hecho de que un hijo no coma o no coma lo que uno espera o cree que es lo adecuado, se convierte en el problema a solucionar a diario. Los padres prueban con todo tipo de juegos, hacer la comida más atractiva para el niño, prometer recompensas, pero nada de esto les funciona en ocasiones. Entonces entran en un bucle en el que los momentos en que toca comer se cargan de tensión y mal humor.

Para poder abordar este tema de un modo eficiente, tenemos que tener en cuenta algunas cosas antes de considerar que nuestro hijo realmente tiene un problema de la alimentación:

No todos los niños necesitan comer la misma cantidad ni es necesario que a determinadas edades nos empeñemos en que los niños COMAN DE TODO.

Si el niño se le ve con energía, su rendimiento es adecuado y está en un percentil dentro de la media, no hay de qué preocuparse.

Hay niños que se ponen malitos con frecuencia, y la enfermedad agudiza la inapetencia en ellos, sobre todo cuando es una enfermedad aguda. En este caso hablaríamos de inapetencia reciente, y remite de forma progresiva y espontánea una vez que la enfermedad ha desaparecido.

En este caso, habría que tener especial cuidado en no utilizar la alimentación como refuerzo o castigo, o como medio de atención hacia el niño, ya que pasada la enfermedad estos patrones de aprendizaje podrían establecerse com algo habitual.

Otra aspecto a tener en cuenta, sería los casos en los que los niños comen de forma selectiva, sólo lo que les gusta ( chuches, alimentos con azúcar, zumos, bebidas de yogurt…) y se niegan a probar otros alimentos como verduras, o guisados. En este caso, no es que el niño no coma, el niño come. Pero los padres en la desesperación de que coma terminan dándole lo que pide. El problema aquí sería de comportamiento y de no haber sabido poner unas normas claras y definidas con respecto a la alimentación y cumplirlas.

La verdadera inapetencia se da cuando un niño realmente está desganado y sin energía, apenas come y su peso y altura está por debajo de la media. En este caso sería recomendable consultar con su pediatra en primer lugar y/o con un profesional más especializado después.

Siempre que el niño no padezca una enfermedad aguda, podemos seguir estas recomendaciones para acabar con la angustia diaria y las batallas en la mesa.

  1. No resultará útil obligar a un niño a comer. De hecho nunca hay que obligar a los niños a comer.
  2. Empatiza con el niño. Ponte en el lugar de tu hijo, le estás obligando a comer cuando no tiene hambre o cuando está saciado y no le entra ya nada más. No fijes una cantidad de antemano. Se comprensivo
  3. Como hemos mencionado anteriormente, cada niño tiene unas necesidades nutritivas diferentes, por ello ajusta las cantidades de alimento a las necesidades de tu hijo. No te empeñes en que coma lo mismo que sus hermanos o lo que tú crees que debería comer para su edad.
  4. ¿Y que pasa con las verduras? Las verduras llevan mucha fibra, y por tanto les produce sensación de saciedad muy pronto. Con unas pocas cucharadas es suficiente. Con la fruta sucede algo parecido, dale la fruta a trocitos, les puede resultar divertido comérsela ellos solos.
  5. Chuches y dulces. En ocasiones es más cómodo para los papás y los niños recurrir a un bollo, o galletas, o chuches, ya que es un recurso rápido y apetecible. Pero, independientemente de que el niño coma mucho o poco, el azúcar habría que reducirlo siempre. Cuanto menos dulces y chuches mejor.
  6. No es necesario que coman de todo. Si quieres que tu hijo odie un alimento oblígale a comerlo. Siempre funciona mejor sugerirles pero sin insistir, llegará un momento en lo probarán ellos solos.
  7. En ocasiones los celos a los hermanos, su necesidad de llamar la atención con comportamientos regresivos, provoca que los niños dejen de comer, incluso cuando anteriormente no presentaban ningún tipo de dificultad con la alimentación. No dar importancia, remitirá una vez pase el verdadero problema.
  8. La mayoría de niños prefieren comer ellos sólos. Los padres suelen negarse porque tardan mucho más en comer y pueden provocar un desastre un la mesa poniendo todo perdido. Déjale comer sólo
  9. No utilizar la comida para chantajear emocionalmente a un niño. El niño tiene que aprender a comer porque su estómago se lo pida, y no porque sus emociones se lo dicten. No es mejor niño ni se le quiere más porque coma.
  10. La comida no puede ser el sacrificio por el que tienen que pasar para conseguir el premio.Comer tiene que ser también el premio.

Para finalizar os recomendamos el libro «Mi niño no me come» de Carlos González, donde encontrareis esto y mucho más.

 

 

Cómo poner fin a las batallas con tu hijo por la comida

 

1.«¡Si no fuera porque estoy encima, mi hijo no comería nada!»

«¡No hay manera de que mi hija pruebe alimentos nuevos!»

«¡Ya no recuerdo qué es comer sin gritos ni discusiones!»

 

Muchos padres y madres libran batallas a diario con sus hijos relacionadas con su alimentación que con frecuencia llegan a convertirse en verdaderas fuentes de estrés tanto para mayores como para pequeños.

 

Niños que comen poco, comen mal, solo comen lo que les gusta, montan un circo en la mesa,… Cualquiera de estas circunstancias puede tener su origen en la primera infancia, cuando los niños rechazan introducir en su dieta alimentos con nuevos sabores y texturas. También pueden desencadenarse tras un episodio de enfermedad durante el cual el niño pierde el apetito y los padres preocupados, le exigen que coma. En otras ocasiones, simplemente el niño es más lento que sus hermanos comiendo y esto hace que los padres le presten excesiva atención y se impacienten.

 

Independientemente de la causa que las origina, estas dificultades pueden quedarse en anécdotas puntuales o persistir e incluso agravarse con la edad.

 

Cuántas madres motivadas por la angustia que les supone pensar que sus hijos no se están alimentando correctamente, intentan todo tipo de artimañas para conseguir que coman: juegos para distraerlos, darles la comida a la fuerza, premios, chantajes, dejarles ver la televisión, jugar con el móvil o la tablet,… En un intento de buscar soluciones, han pedido consejos a familiares y amigos, escuchando con frecuencia «Tranquilízate, ¡tu hijo no se va a morir de hambre!«. Sin embargo, para ellas suele resultar frustrante tener la sensación de que sus pequeños comen cantidades insuficientes y pensar que su desarrollo puede verse alterado. Incluso después de que el pediatra haya descartado problemas de salud asociados a la inapetencia, aún persiste la duda «¿Por qué mi hijo no come todo lo que yo quiero que coma?»

 

habitos-alimenticios20111122Los niños suelen poner a prueba la paciencia de sus padres a través de sus negativas a comer determinados alimentos, ingiriendo solo una pequeña porción de comida, levantándose de la mesa, discutiendo, tirando el plato, escupiendo… Estas conductas manipulativas que desesperan a los padres les hace ser conscientes de la influencia que tienen sobre ellos, lo que da lugar a luchas de poder constantes. Enzarzándose en discusiones, tienen grabado en sus mentes «¡Mis padres no pueden conmigo, puedo controlarlos con mi comportamiento!»

 

Cuando este escenario de disputa se repite a lo largo del tiempo, se acaban consolidando dinámicas familiares inadecuadas que hacen que las comidas se conviertan en un suplicio. Además, los menores pueden llegar a desarrollar actitudes negativas hacia la comida (quejarse de dolores de barriga, vomitar y desarrollar manías alimenticias) a la vez que se les altera el ciclo natural de hambre y saciedad.

 

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¿Cómo dar un giro a esta situación?

 

 

 

Ellyn Satter (www.ellynsatterinstitute.org) plantea tener presente una interesante premisa que se guía por dos normas básicas:

 

  1. Los padres son responsables de QUÉ, DÓNDE y CUÁNDO comen sus hijos.

  2. Los niños son responsables de CUÁNTO comen.

 

Esto se traduce en que los padres son los encargados de seleccionar, comprar, preparar y ofrecer las comidas a los pequeños, teniendo en cuenta que no es recomendable sustituir alimentos ricos nutricionalmente (verduras, frutas,…) por otros más pobres pero sabrosos que les gustan y con alta probabilidad se comerán (pizza, patatas fritas,…). Lo ideal es que toda la familia coma el mismo menú, salvo prescripción médica, y que los alimentos sean variados para que los pequeños tengan la oportunidad de ir probando sabores y texturas diferentes.

 

Como también es tarea de los padres elegir el lugar dónde se come, lo más adecuado es hacer uso de una mesa en un sitio tranquilo y sin distracciones. Es importante evitar la televisión, el móvil, la tablet u otros aparatos electrónicos y favorecer las conversaciones en familia sobre temas que no generen conflicto.

 

Con respecto al horario de las comidas, lo ideal es establecer una rutina de cinco comidas al día (desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena) que se cumpla estrictamente de modo que el niño no coma en cualquier momento que a él le apetezca. Dejaremos bien claro a los pequeños que si por ejemplo, no quieren comer a medio día, no se les permitirá probar nada hasta la hora de la merienda.

 

Ahora bien, los encargados de decidir si comer o no y la cantidad a ingerir son los propios niños. Tal vez esta sea la premisa más difícil de asumir para los padres. El miedo a que si dejamos elegir al niño no comerá lo suficiente, puede evitarnos la oportunidad de observar cómo se reconducen drásticamente sus problemas alimentarios. Al recaer en el niño la decisión acerca de cuánto comer, favorecemos la restitución de la capacidad natural de su organismo para establecer la cantidad de comida que necesita, en función de sus sensaciones de apetito y saciedad. Por lo tanto, los padres pueden contribuir enormemente a este fin dejando de insistir para que los niños coman lo que ellos consideran adecuado y no proporcionando comida a deshoras para compensar.

 

imagesEn resumen, para conseguir que toda la familia acabe disfrutando de las comidas es crucial un cambio de actitud. Teniendo en mente la idea de que los adultos son los que deciden qué se come y los niños cuánto, normalizaremos las pautas de alimentación. Además, haciendo un esfuerzo por reducir la atención excesiva sobre la conducta alimentaria del niño, evitando lanzar mensajes del estilo tipo «este niño come fatal«, «sólo come lo que le gusta«, «la hora de la comida es un suplicio con él» para prevenir que integre la etiqueta de mal comedor en su autoconcepto y controlando nuestros propios miedos lograremos que las comidas sean momentos de reunión familiar agradables. ¡Con paciencia y consistencia es posible!

 

 

Clínica Vanesa Hernández

Psicología Infantil

 

 

Decálogo para padres separados.Guía rápida.

Decálogo para padres separados.Guía rápida.

 

«Psicólogos en Murcia»

 

imagesCAOWMP8QEn mi anterior publicación, expliqué brevemente cómo se puede manejar una separación de pareja con los hijos pequeños.

Porque una separación de pareja es una situación bastante complicada, pero que, dependiendo de como la reconduzcamos con ellos, puede normalizarse bastante rápido, y sobre todo, no generarles sufrimiento, me he decidido a realizar una Guía Rápida de consejos que os ayudará a manejar la situación de forma sana emocionalmente hablando.

DECÁLOGO PARA PADRES SEPARADOS.

1. Haga posible que su hijo no deje de sentir un hogar. Que cada padre cree un espacio en su casa para que el niño pueda tener sus cosas y realizar sus actividades y juegos de forma cómoda. Que se sienta en su casa, no es un invitado.

2. Mantén contacto frecuente con tu hijo para que no se sienta olvidado. Tu te acuerdas de él, pero él no lo sabe.

3. Establece un rutina que le permita a los hijos hablar con sus los. Planea el modo para que el niño tenga claro que puede hablar con su padre o madre cuando quiera.

4. Llevar este plan a la práctica. Es decir, que el niño realmente hable, aunque sea por teléfono todos los días o cada vez que quiera con el otro, sin observar que eso puede ser un problema, o que no es momento para ello.

5. Recordarle a los niños continuamente que pueden contar con ambos. Nunca es suficiente las veces que se les recuerde.imagesCAXDIMXC

6. Preparar al niño con agrado para recibir al otro. Que esté vestido a tiempo y que el intercambio no suponga un momento de tensión.

7. Evidentemente, estar a la hora cuando se queda con el niño.

8. No cancelar los planes con el niño.

9. Mantener una comunicación abierta con el otro padre. Que todos podamos hablar con libertad con todos. Que podamos ser partícipes de lo que nuestro hijo hace con él o ella, con normalidad.

10. Se flexible a la hora de manejar horarios y actividades. Lo primero es el niño.

Además:

1. No controles la vida del otro padre, ni la de tu hijo con él. Lo importante es que el niño lo viva con normalidad.

2. No utilices al niño de canal de comunicación con el otro. Lo que le tengas que decir lo haces tu y sin el niño delante.

3. No hablar al niño de modo negativo acerca del otro. No ayudará ni para que tú te sientas mejor ni tampoco para que tu hijo lo haga.

4. Tu hijo no es un servicio de mensajería, así que, no le utilices para realizar pagos ni para dar ni devolver cosas.

5. No aproveche el momento en el que se ven por el niño para discutir o hablar asuntos de adultosthCAO27806

6.  No pongas al niño en la tesitura de elegir. No le hagas preguntas del tipo ¿con quién quieres vivir? ¿con quién estas mejor?

7. No interrogues al niño cuando venga de estar con el otro, ni tampoco le adviertas cuando se vaya a ir.

8. No utilices al niño para hacerle daño al otro. No se si conseguirás hacerle daño a tu ex-pareja, pero a tu hijo seguro.

9. No te estanques en el pasado y revivas continuamente las emociones negativas con tu hijo. No necesita verte enfadado/a todo el día, ni triste…

10. No olvides, que eres tú quien eligió un día a la otra persona y ahora has elegido separarte de ella. Tu hijo no ha elegido. Haz que sea lo más fácil para él.imagesCALKWEMG

Vanesa Hernández / Psicóloga en Murcia

Consejos para padres separados: cómo manejar con mis hijos mi separción de pareja

Consejos para padres separados: cómo manejar con mis hijos mi separción de pareja

«psicólogos en Murcia»

 

thCABW8WBWEstá claro que una separación de pareja, es algo que a nadie nos gusta vivir. Es un proceso doloroso, desagradable y que reporta cambios en la vida de todos. Y cuando digo todos me refiero al hecho de que, cuando una pareja con hijos se separa, los hijos también experimentan los cambios de la separación.

Esto no significa que vaya a ser en sí misma una experiencia traumática para los niños y que hay que evitarles a toda costa.  la mayoría de las parejas con hijos, cuando se plantean la separación, al menos uno de los dos miembros de la pareja sabotea el intento de separación por salvaguardar a los niños. Esto provoca que la relación seguirá mal durante más tiempo, los niños lo vivirán y finalmente la separación será más dolorosa.

Un niño no va a ser más feliz porque sus padres estén juntos. Un niño será feliz, cuando se sienta querido y encuentre seguridad a su alrededor, cuando le demos motivos para que se sienta tranquilo.

Lo que no podemos esperar que ante una noticia así, el niño se alegre y lo entienda como un adultos  y no experimente las reacciones propias de un proceso de adaptación.

No podemos pedirles a ellos, lo que nosotros mismos como adultos ni siquiera somos capaces de hacer. Normalmente le pedimos a los niños que hagan cosas que nosotros no hacemos, y pensamos que ellos no se dan cuenta o se lo argumentamos con que en su caso es diferente.thCAO27806

Afirmaciones como «tienes que respetar a tu padre» «tu padre es bueno» «No le hables mal a tu madre», le pueden sonar a chino a muchos niños cuando observan en su día a día que son sus propios padres los que no se respetan, o aguantan la presencia del otro y se insultan y hablan sin respeto continuamente.

Ante una separación, la reacción de un niño puede ser diversa, dependerá de la edad del niño, de su personalidad, de cómo haya sido la relación de los padres previamente, y la de éstos con el niño.

Lo común a casi todos los niños es su deseo inicial de que la situación no esté ocurriendo, y por ello en algunos casos se enfadan con los padres y adoptan una actitud de rebeldía y de acusar a los padres de no quererle lo suficiente, si no lo arreglarían.

No siempre es así, en ocasiones se pueden sentir culpables por pensar que el motivo o uno de los motivos de la separación puedan ser ellos mismos, ya que en alguna ocasión hayan visto que los padres han discutido por él. En cualquier caso, la reacción en la mayoría de los casos no es buena, lo que tenemos que entender como una reacción inicial, que se podrá reconducir.

Lo que a los niños les preocupa en la mayoría de los casos es qué va a ser de ellos, qué va a pasar con su vida, sus costumbres, sus amigos, si podrán seguir teniendo la vida que tienen. Cuando son algo más mayores, les preocupa también si podrán estudiar lo que quieren. En definitiva, lo que les preocupa es cuanto cambiará su vida por la separación de sus padres.

Muchos también se preocupan por sus padres. Dependiendo de los motivos de la ruptura y cómo les vean, siempre tendrá la visión de que uno de los miembros de la pareja puede sentirse más débil. Como en la mayoría de los casos, es el padre quien abandona el hogar, se preocupan si estará bien en su nueva casa, si se sentirá solo, si se podrá ocupar bien de todo él solo, etc.

Partiendo de que como sabemos la situación no es agradable para nadie quién la vive, y que con el dolor inherente a ella poco podemos hacer, los adultos tendríamos que exigirnos que, tanto a nosotros mismos, como a nuestros hijos nos reportara el menor sufrimiento posible.

Dolor y sufrimiento no son la misma cosa.

El dolor en este caso ,es  la emoción que experimentamos inevitablemente cuando sentimos la pérdida de muchos aspectos de nuestra vida, tanto prácticos como emocionales, que nos gustaría que no ocurrieran pero la realidad es que están pasando.

El sufrimiento es la emoción  que experimentamos cuando no aceptamos la situación y nos resistimos a ella luchando con que las cosas no sean como realmente son. Puede ser de manera directa, peleando con la situación, o indirecta, negando lo evidente esperando que las cosas cambien.

Por tanto, si aceptamos la situación y la manejamos para que no haya una resistencia a ella, el dolor se aliviara mucho antes y no sufriremos con lo ocurrido.images[3]

¿Qué podemos hacer con nuestros hijos para que esto sea así?

  1. Los hijos se sentirán mucho mejor cuando los padres:
  2. No peleen entre ellos y se ocupen de que sus vidas sigan hacia adelante. Que sepan controlar sus emociones negativas como rabia, enojo, pena, tristeza, delante de ellos.
  3. No utilicen la separación para resolver su rencor.
  4. Ante la duda de qué hacer ante una situación, antepongan el bienestar de los hijos.

Además:

  • Lo más importante es que los niños sigan manteniendo relación con los dos padres. Si esto no ocurre a largo plazo los niños pueden sentirse tristes y deprimidos.
  • Los padres han de mostrarse como personas razonables, que han decidido terminar una relación de modo sensato e inteligente.
  • Los hijos necesitan admirar a sus padres, que sean sus personas de referencia a las que acudir ante una dificultad. Por ello, es necesario que sepan apartar sus diferencias, y que los hijos sean un bien común. Los hijos necesitan tener el apoyo de ambos padres.
  • Por otro lado, en ocasiones la separación de los padres, puede servir para acercar la relación con los hijos, y que padres e hijos puedan relacionarse de un modo diferente a partir de la separación. Todos tendrán que aprender a actuar ante esta nueva situación. No hay que asustarse ante este hecho. Simplemente tener la actitud de cambio.
  • Siempre habrá que apoyar la relación con el otro padre. La relación de los padres ha de ser cordial para que los niños no se sientan desleales o con la necesidad de posicionarse en un bando. Los padres no han de entrometerse en el tiempo que el otro pasa con los niños. Deben de apoyar esa relación.

Otra de las grandes dudas cuando los padres se separan es que deben saber los hijos, que hay que explicarles.imagesCAS1C1E3

Lo que los hijos deben saber ante la separación de sus padres es:

  • Con quién vivirán.
  • Quién cuidará de ellos.
  • Dónde vivirá cada padre.
  • Cuando verán al padre que ya no vive en casa.
  • Que los padres se están separando, no mentirles ni ocultarles información, pero adaptarla a la edad y sin dar detalles innecesarios.
  • Que aunque una vez se quisieron, que la relación ya no funciona y por ello termina, pero que a ellos se les sigue queriendo igual, y que tratarán de llevar la situación lo mejor que puedan.
  • Y sobre todo, asegurarles que se les escuchará, y que su vida cambiará lo menos posible y todo seguirá prácticamente igual.

Si la situación desembocara o degenerara en algo más complicado, siempre se podría consultar a un profesional que reorientara y recondujera la situación.

«Psicólogos en Murcia»

Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad: Indicaciones prácticas para su manejo

Trastorno por Déficit de Atención con  Hiperactividad: Indicaciones prácticas para su manejo

hiperactividad[1]¿Observas que tu hijo es más inquieto que el resto de niños?

¿Que no puede dejar de moverse?

¿Que incluso sentado se remueve en su asiento?

¿Que se levanta continuamente de la mesa o cuando está en clase?

¿Que corre o salta en situaciones donde no es apropiado ni por las circunstancias ni para su edad?

¿Tiene dificultades para jugar con otros niños?

¿Le cuesta guardar turno y precipita sus respuestas?

¿Interrumpe actividades de otros?

¿Es despistado, incurre en errores y parece que no te escucha cuando le hablas?

¿Tiene dificultades para organizarse y le disgusta hacer cualquier tarea que implique un esfuerzo mental?

Si tu respuesta es afirmativa a varias de estas preguntas, puede ser que tu hijo sufra un Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH)

El Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un trastorno que se caracteriza por la presencia de tres síntomas atípicos:

  • Déficit de atenciónimages[3]
  • Impulsividad
  • Hiperactividad motora y/o vocal.

Se identificará como un trastorno cuando, dichos síntomas o los comportamientos que se deriven, se observen con mucha frecuencia e intensidad en comparación a niños de su edad, e interfieran significativamente en su vida escolar, familiar y social.

En el tratamiento para el niño o el adolescente, se trabajará  conjuntamente padres, maestro y terapeuta, para dotar al niño de estrategias, que le permitan controlar su comportamiento de un modo eficaz y consiga centrar su atención. Además se trabajan aspectos tales como, baja autoestima, capacidad para tolerar la frustración y habilidades sociales, ya que el niño con TDAH, suele tener dificultades en estas áreas.

En principio, es muy complicado manejar el comportamiento de estos niños, pues parecen no escuchar lo que les dices, y no responden a las órdenes como debieran. Hay que saber que la paciencia es algo necesario para que el proceso de educación de nuestro hijo conduzca al bienestar de todos

 

Para empezar y a modo de ORIENTACIONES BÁSICAS Y GENERALES PARA LOS PADRES tienen que establecer normas:

  1. Que sean estables: el cumplimiento o incumplimiento de las normas siempre ha de tener las mismas consecuencias.
  2. Que sean consistentes: las reglas no cambian de un día para otro.
  3. Que sean explícitas: las reglas son conocidas, comprendidas y pactadas por ambas partes (padres y niños).
  4. Que sean predecibles: las reglas están definidas siempre de antemano, no después, de esta forma el niño no percibe castigo, simplemente se cumple lo pactado que normalmente es la retirada de un privilegio.

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A modo más específico, para trabajar la atención hay que tener en cuenta que:

  • Hay que mantener una situación estructurada en la casa, con horarios constantes, y evitando estímulos demasiado llamativos. En este punto hay que tener en cuenta que, aunque inevitable en la mayoría de ocasiones, la presencia de los hermanos puede ser un distractor importante, que dificulte que el niño se centre en lo que toque en ese momento. Si sucede, tratar de separarles para iniciar la actividad.
  • Alejarle de estímulos que puedan distraer su atención. Al principio quedarnos con ellos realizando la actividad, pero ir retirando la ayuda progresivamente, dejándoles cada vez más tiempo solo.
  • Cuando parece que no nos escucha cuando le hablamos, sujetarle la cabeza con las manos,, mantenerle la mirada y hablarle con voz firme pero suave, sin enfadarnos (utilizamos el contacto físico para atraer su atención). Después pedirle que repita lo que le hemos dicho, y si no lo recuerda, volvérselo a repetir de la misma manera las veces que sea necesario.

 

Por otro lado, para la conducta impulsiva, podemos seguir los siguientes consejos:images[7]

  1. Proporcionar normas para que el niño sepa en cada momento qué debe y qué no debe hacer. Las instrucciones deben ser:
  • Claras y específicas.
  • Comprensibles ( lenguaje adaptado al niño y haciendo uso de términos concretos).
  • Instrucciones cortas, de una en una y espaciadas en el tiempo.
  • No deben acompañarse de contacto físico instigador.
  • No deben entrar en contradicción unas con otras.
  • Deben ser un número reducido de instrucciones, si son muchas el niño necesitará mucho tiempo y muchos recursos que no sabrá gestionar.

2.    Cuando se va a algún lugar donde van a haber muchas personas es conveniente que se le den de antemano algunas pautas concretas, breves y claras de comportamiento. Si se pone muy nervioso en un lugar público donde haya muchas personas, es conveniente apartarle a un lugar donde no haya nadie y calmarle antes de volver al lugar anterior. Reforzar su esfuerzo y hacerle ver que es capaz de seguir las reglas.

3. Comunicarle con antelación cualquier cambio de rutina.

El objetivo es que el niño, en un entorno con muchos estímulos, algunos desordenados, otros deseados, otros rechazables, etc, lleve a cabo sus obligaciones, intentando que aprenda a seguir instrucciones, demorar la gratificación e inhibir el primer impulso.

No olvidemos que para el niño no es fácil. Necesitará su tiempo para aprender rutinas e interiorizarlas.

Ello implica que el adulto se tendrá que cargar de paciencia y comprensión, además de afecto, que siempre es necesario.

Si se es sistemático en las instrucciones, se conseguirán cambios significativos.

El niño celoso: Cómo ayudarle

El niño celoso: Cómo ayudarle

 

«Psicóloga en Murcia»

 

thCAKDS14LLos celos pueden definirse como un estado del niño  caracterizado por una sensación de frustración al creer que ya no son correspondidos emocionalmente por las personas queridas (padres, parejas…) o, al menos, con la intensidad y frecuencia que desean o necesitan

“Se trata de un rey destronado”. “Ya no es el rey de la casa”.

 

Los adultos, no podemos perder de vista que no es un proceso únicamente a nivel racional. Ellos pueden entender la situación, y en el caso de que no lo hagan se lo podemos explicar las veces que sean necesarias.

Pero lo que les está jugando una mala pasada son las emociones. Tienen sensaciones que no saben cómo manejar. De repente tienen miedo a no ser queridos y a ser abandonados. Se encuentran con situaciones nuevas en las que se espera que ellos reaccionen con normalidad, y ellos se sienten bloqueados, todo es nuevo para ellos.

Y cuando comprueban que no es nuevo, porque perdura, y que además se quedara el nuevo hermano se quedará  ahí para siempre, se rebelan esperando que su comportamiento cambie lo que no les gusta. Prueban a llamar la atención como su hermano, por ello comienzan a mostrar conductas regresivas: «Si él llora y se le atiende, yo llorare también».

Pero todo es un lío, porque a él no se le atiende de la misma manera.

Cuando los niños tienen celos, lo viven con mucho sufrimiento. De ahí la importancia de que los adultos tengamos la paciencia y comprensión suficiente para manejarlos.

En general, los niños celosos pueden manifestar algunas de las siguientes conductas:thCAPDK07N

  • Cambios de humor no justificados.
  • Signos de infelicidad.
  • Lloro frecuente sin motivo.
  • Tristeza acompañada de expresiones tales como “No me quereis…”
  • Conductas regresivas, (no presentes hasta la llegada de un hermano o ya superadas), con el simple motivo de llamar la atención de los padres (pipi en la cama, negarse a comer, agresividad injustificada hacia objetos o animales, comportamiento social anómalo, etc.).
  • . Vuelta a un lenguaje más infantil con presencia de gestos inmaduros como chuparse el dedo.
  • Alteraciones en los patrones de comida (menos apetito o más selectivo con los alimentos, rechazando platos antes preferidos o se le tiene que dar la comida) y sueño (insomnio, despertar nocturno, solicitar dormir con los padres, etc.)
  • Negativismo, terquedad, dificultad para obedecer.
  • Niegan sus  errores y culpabilizan a los otros de sus problemas o actitudes (en especial al hermano objeto de celos).

 

 

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Una vez identificados los celos, los padres y demás familiares relevantes deberán consensuar una estrategia común para ayudar al niño.

A nivel general exponemos una serie de orientaciones para minimizar las conductas celosas entre hermanos:

 

  • Es fundamental establecer un equilibrio en el trato a los diferentes hermanos de forma que no haya un trato de preferencia hacia ninguno de ellos ni se establezcan comparaciones.
  • Siempre es más eficaz alabar los aspectos positivos que recriminarle los negativos.
  • Delante conductas celosas (rabietas, desobediencia, negativismo, etc…) puede aplicarse la retirada de atención o alguna de las técnicas conductuales que se utilizan en la modificación de conducta. Si los celos suponen un reclamo de atención emocional, debemos ser capaces de dársela contingentemente a las conductas deseadas o positivas, nunca tras los episodios de celos.
  • Aumentar el tiempo en actividades y juegos de toda la familia es buen método para mejorar la comunicación y estrechar lazos.images[11]
  • Responder con tranquilidad a los episodios celosos, sin estridencias ni recriminaciones, comunicarle al niño nuestra decepción por su comportamiento y dejar de prestarle atención. Posteriormente cuando se tranquilice y, según la edad, podemos intentar razonar lo ocurrido y darle la atención emocional. No obstante, “razonar” con el niño celoso (aunque tenga edad suficiente para comprender nuestros argumentos) no funcionará siempre. Debemos entender sus conductas como síntoma de un malestar y no desde la perspectiva adulta.
  • Cuando los celos son del hermano mayor hacia otro de edad inferior puede resultar útil irle recordando de forma sutil las ventajas y “privilegios” que tiene al ser mayor (por ejemplo: acostarse más tarde o poder realizar ciertas actividades).
  • La relación entre hermanos tiene su propio ciclo de desarrollo. Si el clima familiar es emocionalmente estable y equilibrado, los celos puntuales, normalmente son superados y no presentan mayores problemas.

Anorexia y Bulimia: ¡ Qué miedo a engordar!

Anorexia y Bulimia: ¡ Qué miedo a engordar!

  «Psicóloga en Murcia»

 

 

imagesCA4QUTEOLas personas que padecen anorexia y bulimia, están obsesionadas con su imagen, y en consecuencia con la alimentación. Su vida está organizada en torno a la comida, en un cálculo mental continuo de cuantas calorías ingieren y queman a lo largo del día.

Pese a estar muy delgadas, no se ven así, la percepción de su imagen corporal está distorsionada completamente. Se someten continuamente a dietas en las que eliminan los alimentos con más calorías y reducen la ingesta de líquidos.

 

Es frecuente también que aumenten su actividad física, haciendo deporte o evitando estar quietas, comiendo incluso de pie. Pueden recurrir también a tomar laxantes o diuréticos, o provocarse el vómito.

Las personas que padecen anorexia o bulimia son, a menudo, demasiado perfeccionistas, con baja autoestima y excesivamente críticas consigo mismo y sus cuerpos. Suelen mostrar  emociones y actitudes extremas.

Se sienten deprimidas, lloran con frecuencia, sintiéndose también culpables, irritables, enfadándose con normalidad, además de aislarse socialmente, sobretodo en reuniones familiares donde se va celebrar algo comiendo. Además pueden presentar comportamientos extraños como esconder la comida, escupirla tras masticarla, o cocinar grandes cantidades de comida para los demás, que luego ellas ni prueban.thCAVF3BFX

El miedo a ganar peso está siempre presente y en las etapas iniciales es común la negación de su problema. En algunos casos, estos trastornos suelen ir acompañados de otros problemas psiquiátricos como la ansiedad, pánico, trastorno obsesivo-compulsivo y el consumo de alcohol o drogas.

Es frecuente que, los trastornos de la alimentación  comiencen en la adolescencia. El cambio físico y emocional que se da en esta etapa de la vida, implica enfrentarse de manera distinta a nuevas situaciones, en las que el adolescente no siempre cuenta con recursos para saber llevarlas. El trastorno de la alimentación suele ser la solución que se pone para resolver otros problemas reales como baja autoestima,  relaciones sociales o sentimentales, dificultades con los padres o en el instituto.

 

imagesCA6WK9U0Aunque la anorexia y la bulimia comparten los rasgos que hemos mencionado , son dos problemas distintos que se diferencian fundamentalmente en:

La anorexia nerviosa se caracteriza fundamentalmente por un miedo excesivo para engordar, lo que provoca que la persona restrinja exageradamente la ingesta de comida. Están excesivamente delgadas, su peso está por debajo de lo que se espera para su edad y talla, llegando al límite de la desnutrición e inanición. Normalmente padecen amenorrea, es decir, retirada del ciclo menstrual más de tres meses consecutivos

La bulimia, a diferencia de la anorexia, suelen tener un peso normal. Alternan periodos de restricción de comida, en los que apenas comen, con otros periodos donde se descontrolan, habiendo episodios de “atracones” ( Ingesta de grandes cantidades de alimentos, sobre todo muy calóricos). Esta alternancia, hace que la persona entre en un bucle para no engordar, ya que después de un atracón se sienten muy culpables y provocan el vómito, se dicen así  mismas que será la última vez , e inician su dieta restrictiva, hasta que se descontrolan pegándose un nuevo atracón y vuelta a empezar.imagesCA2OCNZ1

Tanto en un caso como  en otro podemos,  ayudarles dotándoles de estrategias a padres y adolescentes (en su caso), para poder enfrentarse de modo sano a sus dificultades, gestionar sus emociones y restaurar patrones de alimentación adecuados.

 

 

En cuanto a las consecuencias psicológicas de ambos trastornos alimentarios son más graves de lo que aparentemente podríamos pensar.

El principal síntoma que presentan las personas con anorexia o bulimia, es el ya mencionado  MIEDO A ENGORDAR.

Quizá no seamos conscientes, cuando afirmamos algo así, de la importancia y gravedad de padecer este miedo.  El objeto temido es la comida, lo que produce ansiedad es precisamente, el tener que comer.

Sabemos que todos los miedos son incapacitantes, y al hablar de ansiedad (del tipo que sea) he afirmado que también muy desagradable pero nunca peligrosa (para nuestra integridad física).

imagesCAGK99RGEl miedo, es un mecanismo de defensa cuyo objetivo es protegernos de amenazas y peligros. Es cierto que nuestra mente en ocasiones percibe amenaza donde no la hay, pero en ningún caso, dicho miedo lleva implícito atentar contra nuestra propia seguridad y supervivencia.

En el caso de los trastornos de la alimentación, si. La persona tiene miedo a comer, por miedo a engordar. Su miedo le protege de engordar, pero no le protege de sobrevivir. De ahí la gravedad de estas enfermedades, y la dificultad e importancia de trabajar para  superar o dominar el miedo.

 

 

Además de este miedo a engordar, las personas con anorexia y bulimia suelen presentar:

  • Trastornos del sueño, que aparecen como un trastorno secundario

 

  • Estado de ánimo irritable, que normalmente aparece del conflicto interior entre la demanda de alimento del cuerpo y la obsesión por controlarlo. En la mayoría de los casos cambia su carácter.

 

  • Estado de ánimo deprimido y ansiedad, ya que continuamente tienen que enfrentarse al objeto temido y a situaciones donde tendrán que ocultar, disimular, mentir…No se sienten bien consigo mismas.

 

  • Aislamiento. Van cerrando cada vez más su círculo de amigos con tendencia a la soledad, la tristeza y la melancolía, Evitan cualquier situación donde haya probabilidad de comer. Además, no les apetece mostrarse a la gente, por no tener la imagen deseada y por no sentirse anímicamente bien.imagesCASKER3V

 

  • Sentimiento de culpa.  Obsesionados por el control total, cuando creen que han cedido (en un atracón, en el caso de la bulimia o por comer algo no permitido, en la anorexia), se sienten culpables y creen que si no consiguen lo que se proponen es porque son débiles. En las fases iniciales la culpa también es provocada por la sensación de saber que no se está haciendo lo correcto. Aun luchan entre lo racional y la enfermedad

 

  • Baja autoestima. Aspecto que forma parte de ellas desde antes de la aparición del trastorno. Suelen ser personas inseguras

 

  • Sentimiento de inutilidad, vacío.  Puede decirse que la dieta las mantiene en una constante frustración, lo que hace que se perciban como inútiles, ya que no consiguen lo que consideran su objetivo.

 

  • Perfeccionismo y autoexigencia elevada, como mecanismo de control de sus vidas. Así tratan de aliviar su inseguridad y sensación de inutilidad.

 

imagesCACI814IPercepción distorsionada de su imagen o visión parcial. Se ven mucho más gordas de lo que realmente están y se obsesionan por una parte de su cuerpo que no les gusta,  lo que les hace no ver la totalidad de su aspecto (normalmente se centran en las caderas, los muslos…)

 

  • En el caso de la anorexia, hay una negación total de su delgadez, además de una  alteración de la capacidad de concentración  por la falta de componentes (nutrientes) necesarios para la realización de actividades mentales.

 

  • En la bulimia, existe un miedo elevado a perder el control y darse un atracón lo que les produce sentiré muy culpables y volver a empezar.

«Mi hijo está triste»: Depresión infantil.

«Mi hijo está triste»: Depresión infantil.

«Psicólogos en Murcia»

thCAFHL85RLa depresión infantil es una realidad que aunque nos gustaría no hablar de ella, con la esperanza de que no existiese, en ocasiones tenemos que ocuparnos de ella

Contrariamente a lo que anteriormente se pensaba, la depresión también puede darse en los niños.

Al igual que en el adulto, el niño ha de enfrentarse a cambios y situaciones en su día a día, que no siempre resultan fáciles.

Pero no hay que apresurarse a establecer conclusiones de manera precipitada. Hay que conocer muy bien al niño, su modo de comportarse y de sentir, para saber identificar si atraviesa un episodio depresivo.

Aunque también hay que tener en cuenta la cantidad de tiempo con la que se presentan los síntomas, es motivo de estar atentos de nuestro hijo cuando observemos en él algunos de estos síntomas:

– Está continuamente triste y llora con más facilidad

– Ha perdido el interés por los juegos  preferidos y por la escuela

– Se distancia de sus amigos y de la familia – Habla menos

– Se aburre y se cansa con facilidad

– Presenta menos energía o concentraciónthCAF5C1TE

– Está irritable o demasiado sensible frente a pequeñas frustraciones, montando rabietas o berrinches con más facilidad

– No tolera  hacia el rechazo y el fracaso

– Expresa baja autoestima, depreciándose a sí mismo

– Elige «finales tristes» para sus cuentos y representaciones

– Se comporta de una manera agresiva

– Se queja constantemente de dolores tales como de cabeza o de estómago

– Duerme demasiado o muy poco

– Come demasiado o muy poco

– Presenta comportamientos regresivos, hablando como un bebé u orinándose en la cama

– Habla de suicidio o ideas de muerte

– Habla de escaparse de casa

thCAPQFX4NTodos estos síntomas pueden darse de modo normalizado, ya que siempre hay que contextualizarlos en cómo sea el modo habitual de comportarse y de sentir de cada niño concretamente. Además no tiene por qué darse todos juntos.

Pero si nos pueden servir a modo de pistas, que nos pongan en aviso para poder clarificar si nuestro niño está atravesando un periodo que le esté provocando un sufrimiento desproporcionado.

Como en el adulto, la depresión infantil se trata y se reconduce totalmente. A fin de cuentas, sólo necesitan ayuda para saber gestionar situaciones a las que no saben adaptarse.

Cómo ayudar a los niños a dominar sus miedos. Diez consejos prácticos

Cómo ayudar a los niños a dominar sus miedos. Diez consejos prácticos

«Psicólogos en Murcia»

images[3]¿Tu niño tiene miedo? ¿Cómo puedes ayudarle a manejar sus miedos?

Algo que es totalmente habitual, ya que forma parte del proceso evolutivo de los niños, es que  tengan miedos. Miedos que en muchos casos son totalmente transitorios, resultado del propio desarrollo cognitivo que experimentan, pero que no por ello dejan de ser una fuente de malestar para ellos y en consecuencia para nosotros.

Que aprendan a manejar el miedo , es una de las lecciones que no les explican en el colegio, pero que con toda seguridad más necesitarán en su futuro.

Como a nosotros tampoco nos lo explicaron, podemos encontrarnos con la dificultad de no saber cómo ayudar a nuestros niños a manejarlos.

Por ello, comparto con vosotros, diez reglas básicas a la hora de ayudarles a manejar sus miedos.

DECÁLOGO PARA AYUDAR A LOS NIÑOS A MANEJAR EL MIEDO

1. EL MIEDO ES UNA EMOCIÓN NORMAL QUE TENEMOS TODOS. Por ello, hay que intentar hacerles llegar esta idea no negándonos ni negándoles a ellos el sentirlo con frases tales como: ¡No pasa nada, no te preocupes!, ¡No tienes que tener miedo, eso es de niños débiles!, ¡los niños tienen que ser valientes, ¿quieres que se rían de ti?, ¡No llores, si los fantasmas no existen! Tenemos que intentar normalizarles el miedo como una emoción más e invitarles a expresarla y tranquilizarles con el hecho de que no sucede nada por sentirla.

2. HABLA DE SUS MIEDOS CON ELLOS. Y como su modelo a seguir que somos, no hay nada mejor que nos pongamos de ejemplo y les hablemos de los miedos que tenemos o hemos tenido de niños, o de los miedos de otras personas que conocemos, y normalizarles que lo bueno de los miedos es que igual que están se van. Esto implica el dedicar tiempo al miedo del niño para poder hablar de ello durante los días necesarios hasta que el niño se relaje y poder corregirlo.

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3. PONTE EN SU LUGAR, Y DALE LA IMPORTANCIA QUE PARA EL TIENE. No hay que utilizar la estrategia de ignorarlo y no darle importancia para que se le olvide. Ell miedo es una emoción bastante desagradable para un niño que le está provocando un malestar intenso.

4. PLATEAR POSIBLES SOLUCIONES A SU MIEDO. El puede participar en la solución, no le plantees cosas que es evidente que no hace porque no se siente capaz, de hecho si pudiera ya las habría hecho.

5.  EL MIEDO NO ES UN CORRECTOR DE CONDUCTAS. Si utilizamos el miedo para corregir otros comportamientos, estaremos ayudando a crear un nuevo miedo. Por ejemplo, si queremos que duerma sólo no le podemos decir que o duerme solo o mañana se lo contaré a su señorita para que sepa que no es lo suficientemente valiente, o si queremos que coma no le vamos a decir que si no lo hace lo llevaremos al médico para que le ponga una inyección.
6.       IMAGINÉMOS CON ELLOS EXPERIENCIAS POSITIVAS Y AGRADABLES. Ayudémosles con ello a la relajación mental

7.       CUÉNTALE CUENTOS. A la mayoría de los niños les gusta que les cuentes historias. Inventa un cuento donde el protagonista supere un miedo parecido al suyo.  Incluso podemos hacer un cuento en diferentes capítulos cuando el niño es un poco más mayor para así mantener su motivación.

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8.   JUEGA CON ELLOS. Utiliza el juego para  sacar sus miedos,  que el juego les sirva para que ellos se midan frente al miedo y a los recursos de los que pueden disponer para enfrentarse a ellos. Por ejemplo, si un niño tiene miedo a quedarse solo jugar al escondite, o si tienen miedo a la oscuridad jugar a las tinieblas, si tiene miedo al fracaso competir en algo.

9. DIBUJA CON ELLOS. Realizad un dibujo con lo que su miedo les proyecte. El dibujo proyecta las emociones de los niños. No es necesario reflexionar  ni hablar sobre ello. Sólo dibujar.

10.  CREA UN AMBIENTE DISTENDIDO. Utiliza la música, siempre relaja y descarga tensión, la que más le guste al niño y bailar y utilizar el contacto con él para generar un clima afectivo y de complicidad con el niño que le infunde seguridad.

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