La agorafobia es, la aparición de ansiedad cuando la persona se encuentra en situaciones en donde cree, que le va a resultar difícil o embarazoso escapar si padeciese una crisis de angustia inesperada, o en las que cree que no podrá recibir ayuda.
Las personas con agorafobia, suelen evitar estas situaciones o lugares, o las resisten a costa de un malestar intenso, provocado por miedo a que aparezca una crisis de angustia. Normalmente, la persona que padece agorafobia evita situaciones tales como:
– conducir (sobretodo autovía y autopista).
– Uso de transporte público: taxi, autobús, tren, barco, avión.
– Mezclarse con la gente en grandes multitudes, como en un concierto, cine, grandes almacenes, teatros…
– Hacer cola o esperar en un establecimiento.
– Permanecer sentado en peluquería, dentista.
– Alejarse de casa.
– Quedarse sólo en casa.
– Espacios cerrados, como por ejemplo ascensores, habitaciones pequeñas, despacho del médico.
La agorafobia puede ir asociada a crisis de pánico o no. En algunos casos, la persona experimentó una o más crisis de pánico en el pasado. Su miedo a volver a padecerlas, le hace temer determinadas situaciones donde cree, que es más fácil su aparición.
De esta manera, la ansiedad se va asociando a dichas situaciones, y se va desarrollando la agorafobia. La persona piensa que el enfrentarse a esas situaciones provocará la aparición de la ansiedad, con lo que las evitan normalmente. Sólo se va a sentir a salvo en su “zona de seguridad”, es decir, donde cree que no sentirá miedo.
La consecuencia de esta evitación es que, el miedo a enfrentarlas cada vez es mayor, y se suele ir produciendo un aumento de las situaciones a las que se teme.
Así es, cómo cada vez más, la vida de los que padecen agorafobia se va limitando y mermando.
Aquí os muestro un vídeo donde queda bien reflejado todo esto. Espero que os guste.
Últimamente, ¿Experimentas de repente como un miedo intenso que te lleva a pensar que te sucede algo?¿Piensas que estás enfermo, que perderás el control, perderás la cabeza o incluso la sensación de que vas a morir?
Acompañando a este miedo sientes ¿mareo, sensación de desvanecimiento como si te fueras a caer redondo alsuelo, opresión en el pecho, sudores, temblores, sensación de falta de aire, taquicardia?
¿Te sientes en alerta o en guardia a lo largo del día por miedo a experimentar esta emoción de miedo o alguno de estos síntomas? ¿Te descubres “chequeando tu cuerpo “para identificar cualquier tipo de sensación física y si es peligrosa o no?, el notarte alguna sensación ¿dispara tu miedo a una crisis?
¿Evitas situaciones, actividades o lugares por temor a la aparición de esta sensación?
Si tu respuesta es afirmativa a parte de estas preguntas quizá estés sufriendo crisis de angustia o ataques de pánico asociados a un estado de ansiedad.
El trastorno de pánico es la presencia de crisis de ansiedad o miedo a padecerlas. Dichas crisis, son la aparición temporal de miedo o malestar intenso, que se inicia de manera brusca, alcanzando su máxima expresión en los primeros 10 minutos, y van acompañados de cuatro o más de los siguientes síntomas:
1- Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardiaca
2- Sudoración.
3- Temblores o sacudidas.
4- Sensación de ahogo o falta de aliento.
5- Sensación de atragantarse.
6- Opresión o malestar torácico.
7- Náuseas o molestias abdominales.
8- Inestabilidad, mareo o desmayo.
9- Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización ( estar separado de una mismo).
10- Miedo a perder el control o volverse loco.
11- Sensación de entumecimiento u hormigueo.
12- Escalofríos o sudores.
La característica fundamental del trastorno por pánico es el miedo a sufrir este miedo, “miedoal miedo”. Las personas que lo padecen, temen continuamente la aparición de una nueva crisis. La presencia normal de cualquiera de los síntomas que hemos descrito, es interpretado por la persona como amenazante, peligroso, como que puede ser la señal que le indica que algo le está sucediendo, en ese momento comienza a sentir miedo y los síntomas aumentan, aumentando también el miedo, lo que le sirve a la persona para confirmar que algo grave le está sucediendo.
Los síntomas que habitualmente pueden desencadenar crisis de pánico son la opresión en el pecho (“¿estaré sufriendo un infarto?”), la sensación de mareo o desmayo (“¿perderé el control y caeré redonda?”), la sensación de irrealidad (“¿me estaré volviendo loco?”) o la sensación indefinida de miedo intenso que me lleva a pensar que voy a morir de modo inminente.
La ansiedad generalizada es la preocupación excesiva por aspectos de la vida cotidiana, tales como los estudios, trabajo, economía, protección de los hijos, etc. La persona que padece ansiedad generalizada está como continuamente en alerta, como detectando cualquier posible problema o complicación que pudiera surgir en su día a día o en el de sus seres queridos. Experimentan la sensación constante, que de forma inesperada, en cualquier momento, algo podría complicarse. Realmente, no les preocupa nada en concreto, a la vez que les preocupa todo. Les resulta muy difícil controlar este estado de preocupación constante, ya que el mantenerse preocupados les produce la sensación de estar ocupándose del problema y sentir aparentemente un mayor control de la situación. Sin embargo, este estado de tensión continua, también les produce síntomas tales como:
– Inquietud o impaciencia.
– Fatigarse fácilmente.
– Dificultad para concentrarse o dejar la mente en blanco.
– Tensión muscular.
– Problemas para conciliar el sueño o sueño. Sensación de cansancio al despertar
– Estar irritable, cambios de humor.
Las personas con ansiedad generalizada, tienen mucha facilidad para preocuparse por cualquier cosa que pueda surgir en su día a día de una manera intensa y desproporcionada, y mucha dificultad para poder controlar esa preocupación, es decir, les resulta casi imposible dejar de preocuparse. Este es el síntoma principal, la dificultad para relajarse. La persona se siente tensa, asustada, se sobresalta con facilidad, se siente inestable y débil. Pensamientos como: “y si mi hijo suspende el examen…”, “y si no le controlo bien y tiene problemas con alcohol…”, “y si surgen problemas en el trabajo y me despiden…”, “y si enfermo y no me puedo ocupar de…”, “y si mi marido no me perdona…”, “y si tiene un accidente…”.
El miedo les hace pensar en términos de posibilidad: “¿Y si…?”. Realmente posible es todo lo que podamos pensar, pero el error radica en que racionalmente pensamos en términos de probabilidad y no de posibilidad. La posibilidad nos lleva a anticipar de modo negativo lo que pueda suceder, la probabilidad a pensar de modo realista en la situación futura.
¿Notas que piensas continuamente en algo que se ha colado en tu cabeza y no puedes frenarlo? ¿Que, pese a que esas ideas sean absurdas o irracionales, no las puedes controlar? O peor aún, ¿En algo que te sucede o podría suceder? ¿Te sientes angustiado por ello? ¿Te descubres realizando tareas de forma repetida una y otra vez sin ningún sentido, con el único objetivo de encontrar tranquilidad o evitar las consecuencias catastróficas que tus pensamientos te indican?
Si te has hecho estas preguntas alguna vez, quizá seas una de las millones de personas que sufren un Trastorno Obsesivo Compulsivo.
Ya que mi idea es que conozcáis en qué consiste dicha enfermedad os ofrezco una descripción breve del trastorno, pero además un video que en pocos minutos os puede dar una visión bastante completa de esta problemática
El trastorno obsesivo compulsivo se considera un trastorno de ansiedad. Consiste en la presencia de obsesiones y compulsiones.
Las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos que se cuelan de forma involuntaria y repetida en la cabeza de la persona, con los que no se siente identificada, pero le generan una emoción de angustia, miedo o vergüenza, y que, pese al esfuerzo de la persona de no pensar en ellos, no puede controlarlos.
Las compulsiones o rituales son determinados pensamientos o comportamientos que se adoptan para conseguir alivio y evitar las consecuencias terribles que las obsesiones te dicen que pueden producirse. Tales comportamientos pueden ser persistentes, repetitivos, involuntarios y difíciles de soportar.
Es importante aclarar que, a todos se nos han venido alguna vez a la cabeza pensamientos absurdos o inquietantes por su contenido violento, sexual o inapropiado y eso no significa que tengamos un TOC. Esto es frecuente sobre todo cuando alguien está muy estresado o atraviesa una situación de tensión. Normalmente en estos casos, desechamos inmediatamente la idea sin más. Por ejemplo, si mientras baño a mi hijo, tengo la imagen de ahogarlo, yo puedo pensar que es absurdo, que no quiero hacerlo y que ese pensamiento no tiene nada que ver ni conmigo ni con mi realidad.
Pero si a ese mismo pensamiento, empiezo a darle importancia y lo refuerzo pensando que puedo tener instintos suicidas ocultos, me provocará angustia. Ésa es la diferenciafundamental con una obsesión, en qué sentimos y hacemos cuando se cuela el pensamiento en nuestra cabeza.
Si le prestamos atención, le concedemos credibilidad y lo hacemos nuestro, nos implicamos con ese pensamiento o idea. Empezamos a dudar si esa idea dice algo de nuestra persona, DUDA que nos provocará angustia y más duda. Y cuando entramos a luchar contra esa duda es cuando entramos en la obsesión.
Existen diferentes tipos de obsesiones y compulsiones.
Las más comunes son los “limpiadores”, cuya obsesión está relacionada con la contaminación a través de determinados objetos y situaciones, y sus rituales consisten normalmente en lavarse las manos de forma repetida, duchas prolongadas o limpiar la casa una y otra vez. Una paciente, Pilar 37 años, tenía miedo a contagiarse de SIDA. Cuando ella pensaba que podría haberse contagiado, pese a no haber estado sometida a ninguna situación de riesgo, se lavaba repetidamente las manos hasta que “su mente le decía que era suficiente”, tal y como ella misma describía.
Los “verificadores”, son personas que comprueban de manera excesiva aparatos eléctricos, puertas, ventanas…, para evitar que ocurra una “catástrofe”. Andrea, 28 años, sentía que su vida estaba totalmente limitada por sus pensamientos obsesivos, ya que se sentía obligada a comprobar si había apagado la estufa, plancha, cerrado la puerta de casa, del coche, grifos…La duda era constante, teniendo que volver a casa a comprobarlo, o no poder concentrarse en su trabajo por la preocupación, hasta el punto de preferir no salir de casa para evitar la angustia.
Los “repetidores”, al igual que los verificadores, para evitar que su pensamiento se cumpla, repiten una acción hasta que se siente aliviados. A diferencia de las anteriores, no tiene que existir una conexión lógica entre la obsesión y la compulsión. Por ejemplo, se puede pretender evitar la muerte de alguien repitiendo una determinada secuencia de números. Antonio 30 años, sentía cada vez que escuchaba o veía el número 6 que si no lo repetía un determinado número de veces sucedería algo terrible, por asociar dicho número a la idea de Satán.
Los “ordenadores”, son individuos que necesitan que su entorno esté organizado según unas normas rígidas, si no es así, se sienten molestos e incómodos.
Los “ritualizadores mentales” son aquellas personas que repiten pensamientos o imágenes para contrarrestar la preocupación que genera su obsesión. Por ejemplo, José se sometía varias veces al día a recordar acontecimientos sin importancia para convencerse a sí mismo que no padecía Alzheimer.
Los “Obsesivos puros” son aquellas personas que experimentan pensamientos negativos, muy perturbadores, incotrolables, de manera repetida, que les produce una gran angustia. A diferencia de las personas que sufren los anteriores tipos de obsesiones, éstos no realizan compulsiones o rituales como los que hemos descrito. Las más frecuentes suelen ser:
De contenido sexual: tener pensamientos o imágenes consideradas prohibidas, perversas o inapropiadas, miedo a ser pedófilo, a ser homosexual o a cometer incesto…
De contenido agresivo: ideas o imágenes en las que se agrede y daña físicamente a uno mismo u otra persona, miedo a insultar o decir obscenidades, a ser responsable de alguna catástrofe, o a cometer un delito.
Otros: miedo a volverse loco, a perder la identidad, a no hacer correctas las cosas….
Lo común a todos los tipos descritos es que:
Las obsesiones provocan inquietud y/o angustia por las consecuencias catastróficas.
Se cuelan en tu cabeza de manera involuntaria, repetitiva, se asumen como ciertas lo que provoca inquietud y angustia.
En ocasiones la persona puede reconocer la irracionalidad de su obsesión, pero pese a que intenta resistirse a ella, lo único que consigue es agravarla.
Los rituales persiguen evitar las consecuencias catastróficas y provocan una tranquilidad temporal.
Los rituales implican habitualmente secuencias específicas.
Las obsesiones te hacen entrar en la duda constante, “Y si……”, y te hacen sentir dichas dudas como propias, provocando en la mayoría de los casos que te cuestiones como persona.
Las obsesiones cada vez van a más, la angustia se hace más intensa, lo que provoca que aumenten rituales y tu vida se vea más interferida y condicionada.
La frecuencia del TOC en la actualidad, es bastante elevada, convive con nosotros a través de familiares, amigos, conocidos, compañeros de trabajo… Sucede, que no siempre es visible para nosotros, pues el que lo padece trata de ocultarlo, pero sí genera un gran sufrimiento tanto al paciente como a su entorno más cercano en la mayoría de los casos.
Además está presente en nuestra sociedad, a través del cine, televisión, literatura…
Una vez descrito el trastorno, mi intención, como ya puse de manifiesto anteriormente, es ofrecer una visión normalizada y dinámica, siempre desde la seriedad y respeto que merece el tema. Así pues, describiré casos reales de mis pacientes ( intentaré que ellos mismos se ofrezcan a dar su testimonio), y mostraré la presencia del TOC, en el cine y televisión de modo más detallado.
¿Quién no ha oído hablar de ansiedad hoy día? ¿ Pero realmente sabemos qué es la ansiedad?
Algo que hace unos años era desconocido por todos, incluso tema tabú si lo padecías, actualmente es más frecuente de lo que nos gustaría, sobretodo para quien la padece.
Se dice que la ansiedad es la enfermedad del siglo XXI, no sólo por su prevalencia, sino también por el modelo de sociedad actual. Dicho modelo invita a tener que llevar un ritmo de vida intenso, si queremos responder a una serie de demandas ( sociales, laborales, económicas, familiares, personales…), exigidas de modo implícito por la sociedad ( o nosotros mismos) y que, al no poder responder a todas ellas en la medida en que esperamos o esperan, nos sentimos desbordados.
Esto es precisamente la ansiedad, la respuesta que genera nuestro organismo cuando no puede responder de modo efectivo a las demandas del ambiente. Una respuesta de miedo cuando percibimos una amenaza. La amenaza puede ser de cualquier tipo, por ejemplo, no ser capaz de algo, a dejar de gustar a mi pareja, a que me vaya mal en el trabajo…
Hay diferentes tipos de ansiedad, o mejor dicho, diferentes trastornos cuya base es la ansiedad, que se diferencian básicamente por el tipo de miedo.
Y ahora podrías preguntaros ¿ ansiedad y miedo son la misma cosa? Pues bien, básicamente la ansiedad es una respuesta de miedo, la diferencia radica en que dicha respuesta sea desproporcionada o se presente ante situaciones donde tu cerebro percibe amenaza y ni tu mismo seas capaz de identificarla. De modo que tu puedes tener una respuesta de miedo, pero al presentarse de forma muy intensa o ante una situación que aparentemente es totalmente inofensiva, asustarte por sentir ese miedo sin causa aparente. Ahí es cuando comienza la ansiedad.
En siguientes entradas, intentaré acercaros de un modo muy sencillo y dinámico a los diferentes trastornos de ansiedad, del estado de ánimo y demás problemáticas psicológicas, que son frecuentes en mi consulta, con el único objetivo que, entre todos, consigamos una idea más normalizada y cercana de la enfermedad mental.
A continuación podéis ver un vídeo que expone casos reales de trastornos de ansiedad. Espero que os guste.