Parejas Felices. Terapia de pareja

Parejas Felices. Terapia de pareja

Para que una pareja sea feliz a lo largo del tiempo, es necesario sumar diferentes ingredientes al amor. Al principio, cuando una pareja comienza, parece que el amor es suficiente para respirar felicidad. Sin embargo, cuando ésta permanece a lo largo del tiempo y supera la etapa de enamoramiento, necesita generar hábitos saludables para continuar en ese estado de felicidad. Esos hábitos, son el escudo ante las dificultades del día a día, y la falta de esa bioquímica que sentíamos en la primera etapa del amor. Voy a pasar a describir, 15 hábitos o gestos , como quieras llamarlos, que tienen en común las parejas felices, donde abunda la complicidad, la confianza, la lealtad, el compromiso y la conexión.

Hábito I de parejas felices: Decir te quiero

Las demostraciones de afecto a diario, son un hábito existente en todas las parejas felices. Decir «Te quiero», besarse en la boca, dar un abrazo, un achuchón, generan cercanía y felicidad. Es algo de lo más simple que, cuando se tiene por costumbre, no se le da importancia, pero que cuando falta, se hecha mucho de menos. Así que, si en tu caso, no tenéis este hábito, comienza dando un beso para saludar y despedirte de tu pareja, y de ese modo, habrás dado el primer paso a la felicidad.

Hábito II de parejas felices: salir solos.

Las parejas felices siguen manteniendo costumbres del principio de la relación. Siguen teniendo citas, es decir, siguen saliendo solos en pareja,  para disfrutar de un día especial o una agradable cena, de una noche de salir a bailar, de ir al cine. Además, se lo toman como una cita en toda regla, se ponen guapos para el otro, y se organiza el plan como un momento especial en la semana. Siguen manteniendo conversaciones de lo que les motiva, de planes de pareja, de inquietudes. en definitiva, siguen cortejando al otro.

Hábito III de parejas felices: se saltan la rutina

De todos es sabido que, la rutina acaba con la motivación. Si no hay factor sorpresa, la ilusión termina por decaer. Está claro que en el día a día hay una rutina implícita, que en la mayoría de ocasiones, es muy difícil de alterar. Pero no estamos hablando de cambiar la rutina con grandes planes o sorpresas. Simplemente, con improvisar algo diferente para cenar, una llamada de teléfono que el otro no espera, un gesto de interés por el otro, una copa de vino, un paseo…,pueden ser suficientes.

Hábito IV de parejas felices: mantener la intimidad

La pasión del principio, las mariposas en el estómago, el querer estar cada minuto con la persona amada, no dejar de pensar en ella, besarse continuamente y hacer el amor, no duran siempre. Pero las parejas felices se esfuerzan por mantener su intimidad. Generan situaciones que dan pie a sentir deseo por el otro. Aunque los fuegos artificiales del principio desaparecen, el amor, el sexo y la pasión pueden permanecer.

Hábito V de parejas felices: olvidan el teléfono cuando están juntos

Se ha convertido en habitual estar con alguien, en esto incluyo a la pareja, y estar mirando el teléfono móvil. Es muy desagradable sentir que la persona con la que estás le presta más atención a redes sociales, email, o cualquier página de noticias que a ti, cuando se supone que es un rato para compartir algo juntos. Las parejas felices, desconectan cuando se dedican tiempo. La desconexión digital es un hábito muy saludable para la pareja. Practícalo.

Hábito VI de parejas felices: mantienen intereses comunes

En una pareja feliz, es muy importante, a parte de compartir filosofía de vida, tener aficiones en común. Es mucho más fácil, cuando a los dos gusta lo mismo. No significa que haya que compartirlo tod, pero si algo.TEs mejor ir al cine con alguien que le gustan el mismo tipo de peliculas, o si a los dos les gusta practicar tenis, por ejemplo.

Hábito VII de parejas felices: disfrutan de estar juntos

Una pareja feliz es aquella que se lo pasan bien juntos, disfrutan la compañía del otro. Además de pareja son amigos. Que te guste hablar con tu pareja, estar con ella en cualquier lugar y momento, que nunca te sobre, es síntoma de amor. Y cuando después de un mal día, lo que más te apetece es ver a tu pareja, estáis compartiendo algo realmente bueno.

Hábito VIII de parejas felices: piel con piel

Las parejas felices se tocan mucho el uno al otro. Con esto no nos estamos refiriendo sólo a relaciones sexuales. Nos referimos a pequeños gestos del día a día, que generan cercanía y complicidad en la pareja, como darse la mano, o un beso, o sentarse uno al lado del otro, darse pequeños masajes…

Hábito IX de las parejas felices: se van a dormir a la misma hora

Como casi todo cuando una relación comienza, irse juntos a la cama es algo apetecible. Uno está deseando que llegue ese momento, en el que te pones en posición de cucharita y abrazas al otro. Necesitas sentirle a tu lado para poder dormirte tranquilo. Sin embargo, con el paso del tiempo, la costumbre puede ir perdiéndose, y con ella la intimidad y cercanía que genera. Las parejas felices, intentan, cada vez que pueden, irse juntos a la cama.

Hábito X de parejas felices: no se critican

Las parejas felices se respetan y aceptan al otro tal cual es. Está claro que nadie es perfecto y que no es saludable idealizar al otro, pero en las parejas felices se intenta destacar las habilidades de la otra persona, se potencia lo positivo, se anima a mejorar, lejos de criticarse, hacerse reproches o violentar delante de otras personas. Si algo no gusta se habla, pero no se usa para fastidiar al otro.

Hábito XI de parejas felices: mantienen su independencia.

En las parejas felices, se tienen muy presente lo importante que es conservar una parcela de intimidad, en donde uno puede seguir disfrutando de tiempo sólo, para practicar sus aficiones, ver amigos, familia, o hacer lo que le apetezca. Tener pareja no implica dejar atrás todo lo que había en tu vida. Si queremos que la pareja funcione, es muy importante sentirnos plenos en esa independencia, para poder disfrutar al máximo del tiempo juntos

Hábito XII de parejas felices: la comunicación es un pilar

Hablar no es lo mismo que comunicar, y eso, lo saben muy bien las personas que forman parte de una pareja feliz. En las parejas felices existe una comunicación frecuente, donde hay una escucha activa y no se juega al adivino, es decir, no se da por hecho que el otro debería de saber las cosas, cuando se tiene una necesidad, simplemente se dice. La comunicación es asertiva. Además, las parejas felices, buscan un momento en el día donde poder contarse cómo les ha ido , cómo se sienten y a la vez, se interesan por el otro.

Hábito XIII de parejas felices: confianza absolutamente en el otro

En las parejas felices existe una confianza plena en el otro. No entienden los celos, las mentiras, o la falta de honestidad en la relación. La confianza, permite vivir la relación y el amor desde la tranquilidad, no dejando paso al miedo y las inseguridades.

Hábito XIV de parejas felices: se admiran

La admiración por el otro, es algo necesario para que se produzca el enamoramiento. El otro, tiene que tener algo, que despierte admiración, para que la chispa continúe. En las parejas felices se esta orgulloso del otro, por su personalidad, por sus logros. Es una bendición, poder compartir la todo lo bueno que le pase a la pareja, crecer juntos.

Hábito XV de parejas felices: forman un equipo, se complementan.

Las parejas que funcionan, lo hacen de forma muy parecida a un equipo. Cada uno aporta a la relación lo que se le da mejor, lo que complementa al otro, sin pretender que su pareja haga lo mismo. Por ello funciona, porque cada uno contribuye a la pareja de un modo distinto, y entre los dos suman. Se conocen bien y saben de sus diferencias, pero las respetan.

Etapas de una Relación Tóxica

Etapas de una Relación Tóxica

Aunque identificar una relación tóxica desde fuera, nos pueda resultar muy fácil, cuando alguien comienza una relación, nunca piensa que será perjudicial para su salud. La relación suele empezar de modo muy positivo, y por ello, las personas deciden continuar en ellas. No creo que exista nadie que, sabiendo que la relación no evolucionará de modo sano para uno, decida continuar para averiguar qué sucederá.

Sobretodo, al principio de las relaciones, las personas nos dejamos llevar por ideas que nos muestran la realidad que nos gustaría, e incluso cuando sucede algo, que contradice o no cuadra con esas ideas, lo justificamos, lo desechamos o lo ignoramos simplemente. Hay que tener en cuenta, por otro lado que sea una relación de pareja o no, en el inicio, la mayoría de nosotros nos mostramos con una actitud prudente, tratamos de agradar al otro y de ocultar lo que sabemos que no gustará.

En las relaciones sentimentales, la fase de enamoramiento, lleva implícitas una serie cambios en nuestra bioquímica, que también producen cambios en nuestra manera de pensar y sentir, y esto nos hace más difícil todavía identificar, cuando una persona será tóxica para nosotros.

En relación a todo lo que estamos contando, se suceden las diferentes etapas de una Relación Tóxica.

⦁ Primera Etapa: Idealización

La fase de Idealización coincide con la fase de enamoramiento. Como acabamos de describir, en este momento, nuestro cerebro trata de percibir la realidad que nos gustaría. La falta de conocimiento del otro, justifica muchos de sus comportamientos, y nuestra mente se encarga de que sólo nos fijemos en lo que corrobora nuestra idea de pareja ideal, y desechemos o no le demos importancia a lo que pueda no encajar en la imagen de nuestro amor deseado. Además, de los cambios bioquímicos que se producen en nuestro cerebro, la influencia de la cultura, e ideas de amor romántico que nos hayan transmitido en nuestra educación o presentes en la cultura, también son de vital importancia para tolerar ciertos comportamientos y actitudes que desde fuera verías claramente como incorrectos, y no defenderías. .

⦁ Segunda Etapa: Devaluación

Una vez pasada la etapa de idealización/enamoramiento, ya estás implicado/a en la relación absolutamente. La percepción incondicionalmente positiva a desaparecido y deja paso a la conciencia de lo insana de tu relación. La relación ha avanzado y te has metido de lleno. La situación pasa de ser de color de rosa a ser a un tono gris, donde nunca se sabe cuándo vendrá la crítica, el conflicto o el reproche. En este punto se pueden dar básicamente dos caminos, que ambos miembros de la pareja opten por la misma actitud tóxica, o que uno de los dos, trate de evitar el conflicto y se someta al otro, con la esperanza de hacerle cambiar. Sin embargo, esto no ocurre y la autoestima se va deteriorando cada vez más, acentuándose los papeles de persona dominante y persona dominada.

⦁ Tercera Etapa: Explosión 

Pasado un tiempo, pueden ser meses, años, queda claro que el amor no es suficiente para que una relación funcione. Las dinámicas tóxicas son una constante y la relación cobra esa identidad. En la mayoría de los casos, los miembros de la pareja tienen normalizados sus hábitos tóxicos y creen que no es para tanto. En este momento, el miedo y la inseguridad han aumentado, y se siente una incapacidad enorme de cortar la relación. Si ambos optaron por la hostilidad, los dos estarán metidos en el mismo bucle de control sobre el otro. Pero si se produjo el patrón más frecuente, donde la relación está desequilibrada y uno de los dos está claramente manipulado por el otro, puede que haya empezado a pensar que su relación no es sana ni tiene por qué aguantar ciertas cosas.

⦁ Cuarta Etapa: Reconciliación y vuelta a empezar

Una vez que la relación llega a este punto, puede que empiecen a aforar emociones como la culpa, arrepentimiento, y haya un ligero cambio de actitud para provocar un acercamiento al otro y una reconciliación. Muchas parejas en lugar de reconocer que tienen una relación tóxica, creen que tienen crisis de pareja, y todos los comportamientos están justificados en ese encuadre de crisis. Independientemente de cómo la pareja quiera llamar a su situación, lo ideal es que, cuando surgen estos sentimientos, se pida ayuda profesional, para poder reconducir la relación por un camino más sano. Si no es así, la probabilidad de volver a iniciar el bucle tóxico, es muy alta.

En algunas ocasiones, es el momento en que uno de los dos, decide poner punto y final a la relación. Momento en el que también es recomendable pedir ayuda profesional, ya que aunque la decisión uno la toma con seguridad, el momento de vulnerabilidad aparece tarde o temprano y hay riesgo de volver a la relación. Otro de los motivos por los que también es positivo pedir ayuda profesional, es para asegurarnos no volver a repetir esos patrones disfuncionales en futuras relaciones.

¿Cómo saber si una relación es Tóxica?

¿Cómo saber si una relación es Tóxica?

Ante la pregunta de cómo saber si nos encontramos en una relación tóxica o no, vamos a partir de relaciones donde un miembro de la pareja o los dos, no se sienten bien dentro de dicha relación. Las características de una relación tóxica son variadas, pero siempre se da en ellas la actitud de control y la falta de respeto al otro. Estas actitudes pueden darse de una de las partes al otro, generándose una relación de miedo y dependencia emocional hacia la pareja,  o mutuamente entre ambos. Por ello, la falta de autoestima o inseguridad en uno mismo, está directamente relacionada con el desequilibrio en las relaciones

Podremos saber si una relación es tóxica o no, si se dan las siguientes características:

  • Se puede confundir la idea de amor, con otra cosa, llamémosle dependencia, amor incondicional, servicial…. En esta idea equivocada del amor, una o ambas partes de la pareja, en honor a «ESE AMOR», comienza a dedicar su vida y su persona a la relación de pareja, abandonando relaciones sociales, familiares, aficiones, con el objetivo de que todo su tiempo disponible sea para el otro. Esto que, comienza siendo un acto de amor, termina siendo un arma de doble filo, porque si se da sólo por parte de uno de los miembros de la pareja, puede hacer sentir agobiado al otro, y él/ella mismo, puede dejar de resultar interesante y atractiv@ para el otro. Se puede entrar en un bucle, en el que cuanto más rechazado se siente la parte dependiente, más se intensifique su miedo y celos y más tóxica sea la relación.
  • El término de posesión, es otro incluido en la definición de relación tóxica. A priori, los conceptos de «Amor» y «Posesión» son antagónicos. Ya que el amor hacia alguien, es sinónimo de respeto y libertad. Por tanto, nos tendríamos que cuestionar, si cuando sentimos la necesidad de controlar al otro, hay más presencia de amor o de miedo. Por eso, cuanto más miedo hay en la pareja, más necesidad de control sentimos y es cuando aparecen los celos, la necesidad de saber todo del otro, qué hace, dónde está con quién se relaciona.
  • Otro de los aspectos que te pueden ayudar a identificar si una relación es tóxica, es cuando uno de los miembros de la pareja, en lugar de aceptar al otro, de modo sutil, intenta cambiarle en modos de vestir, actuar, gustos, intereses…, pero siempre bajo el mensaje que es por el bien del otro.
  • Además, la comunicación no es efectiva, no hay una vía de comunicación basada en la confianza y el apoyo, por ello se siente que no se puede hablar con la otra persona.

Cuando hablamos de relaciones tóxicas, la tendencia es pensar que la persona tóxica es el otro, pero quizás, un buen ejercicio de reflexión para empezar a analizar tu relación, sea cuestionarte si la persona tóxica eres tú.

¿Qué señales te pueden ayudar a identificar si tú eres una persona tóxica para tu relación de pareja?

La relación gira en torno a ti, cubrir tus necesidades es lo más importante.

Siempre tienes razón y quieres quedar por encima en cualquier discusión.

Justificas no dejar libertad y espacio a la otra persona. Pones excusas o buscas cómo tenerla disponible siempre para ti.

Aunque sabes que la relación no va bien, decides continuar en ella.

Te sienta mal cuando las cosas no se hacen como tu piensas. Mantienes una actitud de enfado encubierto.

Tienes una habilidad manipuladora evidente, que te permite tergiversar las situaciones para ser tu la víctima y el otro se sienta culpable.

Por otro lado, en las relaciones tóxicas suelen darse frases como las que se describen a continuación que te pueden servir de pistas para identificar si tu relación es sana o no.

Son frecuentes:

Comparaciones: «Podrías ser como tu hermana…», «Ojalá fueras como…» 

Absolutismos: «Jamás me defiendes», «Nunca eres cariñosa», «Siempre me haces sentir mal».

Reproches: Sacar cosas del pasado que no vienen a cuento en ese momento.

Recriminaciones: » Mira quien habla, el que lo hace todo el tiempo», «Pues tú una vez hiciste lo mismo».

Chantaje emocional: «Si me conocieras lo sabrías..», » Si me quisieras lo harías» .

Amenazas: «Si no te gusta ya sabes», «Ahí tienes la puerta», » Tú sigue así que un día de estos me voy…»

Rabietas

Rabietas

Las rabietas forman parte del desarrollo evolutivo normal de un niñ@. Sin embargo, es uno de los temas más frecuentes que los papas plantean en consulta. Para la mayoría de los papás, es algo incontrolable y que genera un gran desconcierto. Les preocupa no poder controlarlas y no estar haciendo las cosas bien con sus pequeñ@s

Las rabietas que forman parte del desarrollo normal de un niño, suelen darse entre los 1 y los 5 años, teniendo su máxima expresión entre los uno y los 3.

Las rabietas son la forma que tienen los niños de expresar sus emociones. A nivel evolutivo, no están preparados para aceptar que sus deseos no se cumplan de forma inmediata y tampoco cuentan con mecanismos o herramientas para poder expresar lo que sienten de otra manera. Si nos paramos a pensar ¿Cómo podría un niño de un año de edad, que aún no sabe ni hablar, manifestar sus descontento con algo? La frustración, la rabia, el estrés, el miedo incluso, lo expresan de esta manera.

Si partimos de este punto, es decir, que las rabietas son una expresión normal de las emociones, y que el niño lo hace de este modo porque no sabe hacerlo de otro, llegaremos a la conclusión que, están desprovistas de cualquier intencionalidad. En los niños pequeños, no hay intención de generar un malestar a sus padres cuando tienen una rabieta. Sin embargo, en niños más mayores, puede haber un componente aprendido, ya que hayan observado en repetidas ocasiones, que con sus rabietas consiguen lo que quieren, sea a nivel emocional o cualquier cosa que deseen en ese momento.

La terapia con los padres, en este caso, consiste en proporcionarles pautas para que puedan acompañar a sus hij@s en esta fase sin sentirse culpables ni incómodos cuando las rabietas se den. Hay que tratar que establezcan una relación sana con sus hijos, y entiendan que es una fase donde tienen que entender a sus hijos, para que su desarrollo emocional sea óptimo. No hay que tratar de evitar las rabietas, son necesarias para el desarrollo cognitivo y emocional de los niños. Hay que gestionarlas desde el amor y la comprensión.

Quizá, algunos papás que estén leyendo esto, piensen que desde el papel y la teoría todo suena muy fácil, pero que, cuando un niño te monta una rabieta en medio de la calle, o en un restaurante, es muy difícil controlar los nervios. Muchos papás, tienen miedo al qué dirán, a lo que pensarán los demás, acerca de su labor como padres. Por ello, ceden a la emoción del niño, dándole lo que desea en ese momento para que la rabieta termine cuanto antes. Otros papás, directamente, prefieren no salir con sus hijos, para evitar la situación.

En ningún momento, hemos mencionado que esto sea fácil. Se puede convertir en una etapa agotadora y donde el estado emocional del adulto también se resienta. Por otro lado, dependerá del temperamento que tenga cada niñ@.

En cualquier caso, hay que armarse de paciencia y saber que es una etapa que pasará, y si uno se siente desbordaoo e incapaz de poder gestionar esta etapa, puede pedir ayuda profesional, que siempre vendrá bien para, por un lado, saber qué hacer con las emociones de los niñ@s y las rabietas, y por otro, como gestionar las nuestras, como adultos.

Si estás leyendo estas líneas, seguramente te sea de ayuda lo que te cuento a continuación.

  • La primera recomendación que te puedo dar es, partir de que tu hijo está teniendo una emoción negativa, con lo que sería positivo tratar de entender qué le ocurre, por si fuera posible solucionar aquello que le hace sentir tan mal.
  • Resulta muy útil, verbalizarle al niño la emoción que nosotros creemos que está sintiendo, para que ellos también normalicen la emoción y entiendan qué les está pasando. Por ejemplo, » creo que estás muy enfadado…»,»veo que estás muy muy rabioso».
  • Mostrarse tranquilos y relajados para trasmitirles calma, y no contagiarnos de la emoción del niño. Si perdemos la paciencia, gritamos, o le negamos al niño su emoción, conseguiremos el efecto contrario. Puede que agudicemos su rabieta, o lo que es peor, que la estemos reforzando negativamente para veces posteriores.
  • Por ello, en ningún caso, elevar la voz, ni gritarles, ni insultarles, ni que decir tiene, pegarles.
  • Si su emoción es muy intensa, y la rabieta es desproporcionada, es recomendable apartar al niño del escenario donde se encuentre, abrazarle, aunque en principio el se resista y tratar de que exprese su emoción acompañado y desde el amor. Contenerles físicamente funciona para relajarles y protegerles de que se hagan daño o se lo puedan hacer a los demás.
  • Acompañarles en todo momento. Aunque estemos tentados a mandarles a su habitación, o a ignorarles, no es efectivo. Cuando son pequeños, lo que conseguiremos dejándoles solos es agudizar su emoción, ya que se sentirán abandonados, y creéme, no les servirá para reflexionar. No son conscientes de lo que les ocurre ni de lo que están provocando ¿qué van a pensar entonces?
  • Por último, pero muy importante, ser respetuosos con nuestros pequeños, tratando de cuidar su dignidad, y ser flexibles con sus limitaciones. Recuerda, no tiene mala intención, no es un tirano, no lo hace por fastidiar, no es nada personal, y tampoco busca manipularte ni chantajearte emocionalmente.

PSICÓLOGA INFANTIL EN MOLINA DE SEGURA, MURCIA

¿Cómo afecta la autoestima a la relación de pareja?

¿Cómo afecta la autoestima a la relación de pareja?

La autoestima afecta nuestra relación de pareja sin duda alguna. Cuando alguien tiene una baja autoestima, puede tener como consecuencia comportamientos que afecten negativamente a la pareja, pero a la vez, esta influencia puede darse en sentido contrario, es decir, que determinados comportamientos en la pareja, pueden minar la autoestima de sus miembros. Más adelante, pondré algunos ejemplos de cómo influye la autoestima en la pareja, así, resultará más fácil entender esto que digo.

Las personas con una buena autoestima se aceptan tal y como son, tienen una percepción realista de sí mismo, y por tanto se quieren tal cual son. No necesitan la aprobación de los demás para sentirse bien, tienen confianza en sí mismos, y esa seguridad les permite querer a los demás sin inseguridades. Por ello, cuando mantienen una relación sentimental, no muestran sentimientos de culpa injustificados, expresan sus deseos y necesidades, muestran un comportamiento de confianza hacia el otro y no ejercen conductas de control ni miedo a que les puedan abandonar.

Dicho esto ¿Cómo puede afectar una baja autoestima a tu relación de pareja?

Las personas con baja autoestima, en pareja:

Habitualmente sienten celos. El motivo de esto es la inseguridad que sienten en ellas mismas. Creen, que no son lo suficientemente buenas para ser amadas y que cualquiera sería mejor candidata para ocupar su lugar. Aunque su pareja no tenga comportamientos que la lleven a pensar eso, e incluso la anime y realce sus virtudes, no será suficiente para aliviar su miedo a ser abandonada. Por ello, tratará de controlar a su pareja y esto conducirá a conflictos entre ellos.

Como consecuencia, se sienten culpables continuamente, sienten la necesidad de pedir perdón, por un lado para compensar su actitud insegura, y por otro, porque debido a sus inseguridades, se sienten responsables de lo que ocurre en su entorno, sobre todo, de las emociones de los demás.

Necesitan agradar a todo el mundo, por lo que les resulta muy difícil decir que no. Evitan de este modo el conflicto, un mal pensamiento por parte de la otra persona, sentirse culpables, y se aseguran, que la otra persona estará contenta con ellas. Esta actitud nada asertiva, se convierte en un problema para la relación a largo plazo, ya que se va acumulando rabia hacia el otro. La persona insegura, antepone las necesidades de su pareja a las suyas propias y esto provoca que sus deseos y lo que a ella le gusta hacer nunca ocurra. Convierte la relación en un continuo ceder a favor del otro.

Necesitan una confirmación continua del amor del otro. Preguntan una y otra vez si se las quiere. Pone a la otra persona a prueba con demandas desproporcionadas, que acaban normalmente en discusión, provocando el resultado contrario al que busca.

La vida sexual se ve afectada. Los motivos son varios. La inseguridad con respecto a su cuerpo, hará que no se sienta cómoda desnudándose ante su pareja. Además las continuas discusiones generan distancia y enfrían la pasión.

Por último, la comunicación se ve muy resentida, el miedo le hace filtrar la información que le llega del otro, de modo distorsionado, con lo que no le da valor a las muestras de cariño y cosas bonitas que recibe de la otra persona, pero magnifica y generaliza una crítica o comentario constructivo. Por ello, la pareja prefiere callar, por miedo a la reacción del otro. Esto también genera distancia, que es interpretada por la persona insegura como falta de interés y cambio de sentimientos de su pareja. Lo que provoca celos y vuelta a empezar.

Si crees que tu autoestima no pasa por su mejor momento y que puede estar afectando a tu relación de pareja, puedes leer otras publicaciones en nuestra web que te pueden ayudar a mejorar el concepto que tienes de ti

Celos en la relación de pareja

Celos en la relación de pareja

Los celos en la relación de pareja, son una reacción emocional que produce normalmente sentimientos de miedo, inseguridad, desconfianza en ocasiones. Es habitual, sentir celos en algún momento, a lo largo de nuestra vida. En la relación de pareja, también es habitual que se den, pero habría que diferenciar entre los celos adaptativos y los celos patológicos o celotipia.

Los primeros, los celos adaptativos, están presentes en la relación de pareja en mayor o menor medida. Están relacionados con el sentimiento de apego a la otra persona y el miedo a perderla. En cuanto a sus consecuencias, son inofensivos, ya que no generan una distorsión en la percepción que la persona tiene acerca de su pareja, de sus relaciones ni de su entorno.

La celotipia o celos patológicos, si tienen consecuencias emocionales tanto para la persona que los padece como para la relación de pareja. Se manifiestan como  preocupaciones desproporcionadas, irreales y reiteradas sobre la fidelidad y lealtad de la pareja. Como consecuencia, la persona necesita ejercer conductas de control sobre el otro, debido a la ansiedad y estado de hipervigilancia que experimenta continuamente, pensando que así, aliviará el malestar que siente. Además, esas conductas de control, le sirven como modo de confirmar que su pareja no le es infiel, con lo que entra en un bucle de control y confirmación del que le es muy complicado salir.

Las causas de la celotipia en la mayoría de los casos, están relacionadas con inseguridad y baja autoestima. Esto les genera tener el pensamiento, de que quizá no sean lo suficientemente buenos para sus parejas, y por lo tanto terminarán abandonándoles. En ocasiones, la persona que sufre celotípia, ni siquiera es consciente de esto en primera instancia, ya que están convencidos de que su pareja tiene comportamientos sospechosos y necesitan averiguar si su pareja le está siendo desleal o no.

El origen de estas creencias de falta de valía puede ser diverso. Puede que la causa de su baja autoestima esté localizada en sus primeros años de vida, pues no sintió que recibía el afecto y aprobación suficiente. Otra de las posibles causas, pueden ser experiencias pasadas traumáticas, que no tengan que ver con relaciones de pareja, pero donde la persona haya podido sentir la deslealtad por parte de otros. O lo más habitual, que hayas tenido experiencias de infidelidad pasadas y crea que es bastante probable que le pueda volver a suceder.

La celotípia, también puede tener su origen en las propia personalidad, como es el caso de personas que no toleran la incertidumbre y tienden a aliviar su ansiedad con conductas de control, o personas que necesitan un control elevado de su entorno, o personas con miedo al qué dirán, a las consecuencias sociales de la deslealtad.

Menos frecuente, pero que en ocasiones, está en el origen de los celos patológicos, son las creencias mágicas acerca de lo que es el amor y las relaciones de pareja

La consecuencia más evidente de este tipo de celos en la relación de pareja, es la dinámica de acercamiento de la pareja y de distancia y alejamiento. Normalmente, el control que se quiere ejercer sobre el otro, genera distancia de la persona que lo padece para poder asegurarse su independencia. Esto es interpretado por la persona que sufre celos como posible señal de infidelidad, con lo que ejercerá más control y terminará derrumbándose. De éste modo consigue que la pareja se acerque para tranquilizarle y asegurarle su amor y vuelta a empezar.

La persona con celotipia suele mostrar síntomas de ansiedad y de control de impulsos, sin embargo la pareja se siente muy frustrada y experimenta un miedo constante a las reacciones de su pareja, con lo que su vida se ve condicionada y limitada por completo. Esta relación disfuncional, provoca una relación insana de pareja que puede acabar en ruptura.

Educación consciente y crianza respetuosa

Educación consciente y crianza respetuosa

Pese a estar en la era de la información y haber al respecto miles de libros publicados acerca de la crianza de los hijos, información gratuita en internet, incluso vídeos con recomendaciones, consejos de familiares, profesionales de la salud, de la educación…, quizá sea el momento, donde muchos padres se sienten más perdidos en la educación de sus hijos y abrumados por el exceso de datos al respecto que existe a su alrededor.

Lejos de estar seguros con el estilo de crianza de sus hijos, muchos padres se sienten muy inseguros, al no saber manejar los cambios continuos que sufrimos en la sociedad.

Para no perder de vista lo realmente importante, me gustaría dejarte por aquí, algunas indicaciones para que practiques una educación totalmente consciente con tus hijos:

  • Acepta todas las emociones de tu hijo, su tristeza, frustración, rabia, al igual que su alegría, conformidad y confianza. Es necesario escucharles y darle a sus emociones la importancia que para ellos están teniendo en ese momento. Ayúdales a normalizar las emociones y a que se sientan libres de poder expresar cómo se sienten.
  • Dedícales cada día un ratito de tu tiempo. Es importante la cantidad, pero sobre todo la calidad de ese tiempo, que cuando estéis juntos, estés al cien por cien con él. Comparte actividades, juegos, conversaciones, y trata de participar pero no de dirigir su juego. No le juzgues cuando se anime a contarte algo.
  • Exprésale afecto físico. Tócale, abrázale…no por dar mucho amor le vas a malcriar, todo lo contrario. Los entornos donde hay afecto, generan seguridad en los niños.
  • Tan importante es que cuides de ellos, como que cuides de ti. Si sientes que te estás sacrificando por ellos, el resentimiento se dejará ver. Sé sincero contigo mismo, y cubre también tus necesidades. Si te quieres a ti mismo, tendrás mucho más amor que dar a tus hijos.
  • No por decirles todo el tiempo lo que hacen mal, tus hijos van a mejorar. Motívales a conseguir sus logros, estimúlales a que aprendan, sin juzgar el resultado.
  • Se consciente que no podrás adivinar los errores que cometerá, los problemas que tendrá o los conflictos a los que se enfrentará. Puedes ayudarles dotándole de herramientas y protegerles de peligros reales, pero no evitarás que se tenga que enfrentar. No soluciones los problemas de tus hijos, ayúdales a que los resuelvan ellos
  • Evita controlar a tu hijo con castigos, premios o chantajes. Ofréceles una realidad donde los límites         estén marcados y sean razonables, donde todos sientan que son tenidos en cuenta. Que la propia estructura establecida genere un clima colaborativo donde todos ganan
  • Es muy importante que tomes consciencia de tus propias emociones y de tu propio dolor, para no proyectarlo en tus hijos. Lo que tu viviste en tu niñez, que te sirva como motor para mejorar la crianza de tus hijos, pero no para trasmitirle tus desgracias
  • Adapta la realidad que ofreces a tus hijos a su edad. Motívales con cosas que realmente les estimulen y marca normas que se adecuen a su madurez. Respeta el ritmo de ellos, no quieras que ellos se adapten a ti.

Trastorno Obsesivo Compulsivo Infantil

Trastorno Obsesivo Compulsivo Infantil

El Trastorno Obsesivo Compulsivo Infantil, no es tan conocido como en adultos, pero se manifiesta prácticamente del mismo modo y limita la vida del niño o del adolescente e interfiere en su día a día, como sucede en la vida de los adultos

El Trastorno Obsesivo Compulsivo Infantil (TOC infantil),consiste en la presencia de obsesiones y compulsiones. Las Obsesiones son pensamientos intrusivos, involuntarios y persistentes, que generan un grado de preocupación y angustia en el niño o adolescente por su contenido, ya que les alertan que algo malo podría suceder. Pese al esfuerzo de no pensarlo, a la persona le resulta imposible, eliminarlos de su mente. Las compulsiones son acciones, comportamientos o rutinas que se realizan en un intento de aliviar la angustia que generan las obsesiones.

Un ejemplo de obsesión en un niño puede ser pensar que algo malo puede sucederle a algún miembro de su familia. El pensamiento va acompañado de una emoción de miedo tan intensa, que provoca que el niño sienta que ese pensamiento podría hacerse realidad. La compulsión de este niño podría ser el asegurarse continuamente que su familia está bien, incluso intentar evitar que hicieran cosas que para él pueden ser fuente de peligro, como por ejemplo viajar.

El TOC suele comenzar entre los 7 y los 10 años.

Afortunadamente, el TOC se puede tratar. La terapia cognitivo-conductual se ha demostrado ser efectiva con adultos y niños.

Lo primero con lo que nos encontramos cuando un niño padece de una preocupación excesiva, es realizar un buen diagnóstico diferencial, para no confundir el TOC, con una ansiedad de separación o un trastorno de ansiedad generalizada.

Una vez que el diagnóstico es claramente de un Trastorno Obsesivo Compulsivo, lo primero es explicarle al niño lo que le ocurre, adaptando la explicación a su edad para que lo pueda entender y tranquilizarle al mismo tiempo.

Una técnica que funciona bastante bien con niños, es lo que conocemos como «externalización», explicarle al niño que hay algo como por ejemplo un ser posado en su hombro, que le genera esas preocupaciones. Podemos usar, dependiendo de la edad del niño y sus preferencias en ese momento, diferentes personajes que sean sus ídolos de películas, series, comic, etc. Podemos crear un pequeña historia donde ese personaje posado en su hombro, cuando se entusiasma con algo, habla sin parar, y nosotros tenemos que aprender a relajarlo. Si el niño es más mayor, podemos utilizar la metáfora de que nuestro cerebro es como un ordenador, y hay una parte de él con un virus que cuando ataca, nos genere preocupaciones. Y nosotros, cuando eso sucede, tenemos que poner en marcha un antivirus o cortafuegos.

El niño tiene que entender que las obsesiones no forman parte ni de la realidad ni de su identidad. No forma parte de su persona y a su contenido no hay que darle credibilidad.

Una vez que ha entendido lo que son las obsesiones, hay que intentar identificar las compulsiones que utiliza para quedarse tranquilo, ya que habrá que explicarle, que no son realmente efectivas y tendrá que aprender otras herramientas o formas de tranquilizar al personaje o de poner en marcha el antivirus.

Las compulsiones más comunes son: la argumentación lógica o razonamiento, confirmación, reaseguración, repetición, orden, limpieza, evitación y rituales supersticiosos.

Ansiedad Infantil: los niños también padecen ansiedad.

Ansiedad Infantil: los niños también padecen ansiedad.

La ansiedad infantil es más frecuente de lo que podríamos imaginar. Los niños, al igual que los adultos, también padecen ansiedad. Sin embargo, puede pasarnos desapercibida a los adultos.

La ansiedad es una emoción de miedo, que como cualquier emoción, cumple una función para el ser humano. En concreto, el miedo nos alerta de posibles amenazas para preservar nuestra supervivencia, o de situaciones nuevas de las que aún no sentimos control.

La ansiedad infantil se considera patológica, y por tanto, recomendable tratarla, cuando es excesiva para lo esperado en la etapa de desarrollo o edad del niño, perdura en el tiempo y no parece mejorar pese a los esfuerzos de niño por no sentirla.

Cuando mencionamos que el miedo dura más de lo esperado para la edad del niño, nos referimos a que en ocasiones los miedos evolutivos, que son naturales y suelen remitir de modo espontáneo con la maduración del niño, persisten y pueden derivar en una ansiedad patológica. Aunque en la mayoría de los casos, suelen ser miedos leves y no persisten con el paso del tiempo, tales como el miedo a la oscuridad, a ciertos animales, ruidos…

La ansiedad en los niños, al igual que en los adultos, se manifiesta a través de síntomas físicos, cognitivos y conductuales.

Los síntomas físicos, que en la mayoría de ocasiones, encierran ansiedad en niños y adolescentes son:

  • Temblores
  • Dificultades para dormir ( pesadillas o terrores nocturnos)
  • Dolores de cabeza
  • Sudoración en las manos y sensación de tenerlas frías.
  • Nausias, vómitos y quejas de dolor de barriga
  • Problemas en el control de esfínteres, en ocasiones de forma regresiva
  • Tartamudez.


Los síntomas cognitivos variarán en función de la edad de l niño y de su desarrollo cognitivo y emocional

  • Enlentecimiento del pensamiento, el tiempo que necesita para realizar sus tareas es excesivo para su edad
  • Disminución de su rendimiento escolar.
  • Tendencia frecuente a preocuparse por diferentes aspectos del día a día.
  • Anticipación catastrófica del futuro.
  • Preocupación excesiva por lo que los demás piensen de él/ella.
  • Miedo excesivo y persistente por la pérdida de las figuras de apego o de que puedan sufrir un accidente o daño.
  • Pesadillas
  • «Manías» o rituales.

Los síntomas comportamentales, también varían en función de la edad del niño o del adolescente, entre otros puede manifestarse:

  • Irritabilidad y labilidad emocional
  • Agitación, nerviosismo o exceso de actividad
  • Rabietas más frecuentes de lo habitual y sin causa aparente
  • Impaciencia
  • Aislamiento social, no quiere jugar con otros niños y evita las actividades extraescolares
  • Resistencia a ir a dormir
  • Negación a ir al colegio

Frustración Infantil.

Frustración Infantil.

La frustración es el sentimiento que se experimenta cuando las cosas no son lo que se espera y cuando se esperan o no obtenemos el resultado que deseamos.

Es habitual que los niños tengan baja tolerancia a la frustración, ya que a determinadas edades los niños creen que son el centro del mundo, que se merecen todo lo que desean y además de forma inmediata, cuando lo desean. No son capaces de empatizar con los sentimientos o las necesidades del otro. Si a esto sumamos que esta sociedad les ha acostumbrado a la inmediatez, por ejemplo pueden consumir dibujos animados o juegos a través del móvil de sus padres a todos horas y cuando ellos quieren, y que los padres por no generar conflicto, cada vez ponen menos límites, el niño cree que todo será como él quiera y cuando el quiera.

Sin embargo, el mundo no gira a su alrededor y no siempre ocurrirá lo que el espera, con lo que entrará en episodios de frustración con llanto, gritos, enfados, mal comportamiento, tristeza, sensación de abandono…

La baja tolerancia a la frustración es la base de muchos problemas emocionales y si no se trabaja puede provocar consecuencias tales como:

  • Bajo control emocional.
  • Falta de empatía.
  • No respetar límites.
  • Manipulación de los demás.
  • Baja autoestima.
  • Falta de ilusión por las cosas y tristeza.
  • Ansiedad.
  • Mentalidad rígida ante las cosas.
  • Intolerancia ante opiniones diferentes a la suya.
  • Necesidad de control.

Si ayudamos a los niños a tolerar la frustración, conseguiremos niños más felices y más competentes emocionalmente a la hora de enfrentarse al mundo.

¿CÓMO PODEMOS HACERLO?

  1. PACIENCIA. Cuando veas que se frustra con algo, espera y obsérvale. Déjale que encuentre la solución él mismo. No vayas en su ayuda de forma inmediata para evitarle la frustración.
  2. Permite que experimente el sentimiento negativo. Tiene que aprender a sentir la sensación para que entienda que no siempre los resultados serán como a él le gustarían. Es el primer paso para trabajar la aceptación. Explícale que hay cosas que requieren esfuerzo, habilidad, constancia, pero que hay otras que simplemente no serán como él quiere y no pasa nada, comprobará que la mala sensación se pasa.
  3. Ayúdale a identificar cómo se siente y que te lo exprese. Tienen que normalizar que sentirse triste es algo normal, y que expresarlo provocará que se sienta mejor.