Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad: Indicaciones prácticas para su manejo

Trastorno por Déficit de Atención con  Hiperactividad: Indicaciones prácticas para su manejo

hiperactividad[1]¿Observas que tu hijo es más inquieto que el resto de niños?

¿Que no puede dejar de moverse?

¿Que incluso sentado se remueve en su asiento?

¿Que se levanta continuamente de la mesa o cuando está en clase?

¿Que corre o salta en situaciones donde no es apropiado ni por las circunstancias ni para su edad?

¿Tiene dificultades para jugar con otros niños?

¿Le cuesta guardar turno y precipita sus respuestas?

¿Interrumpe actividades de otros?

¿Es despistado, incurre en errores y parece que no te escucha cuando le hablas?

¿Tiene dificultades para organizarse y le disgusta hacer cualquier tarea que implique un esfuerzo mental?

Si tu respuesta es afirmativa a varias de estas preguntas, puede ser que tu hijo sufra un Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH)

El Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un trastorno que se caracteriza por la presencia de tres síntomas atípicos:

  • Déficit de atenciónimages[3]
  • Impulsividad
  • Hiperactividad motora y/o vocal.

Se identificará como un trastorno cuando, dichos síntomas o los comportamientos que se deriven, se observen con mucha frecuencia e intensidad en comparación a niños de su edad, e interfieran significativamente en su vida escolar, familiar y social.

En el tratamiento para el niño o el adolescente, se trabajará  conjuntamente padres, maestro y terapeuta, para dotar al niño de estrategias, que le permitan controlar su comportamiento de un modo eficaz y consiga centrar su atención. Además se trabajan aspectos tales como, baja autoestima, capacidad para tolerar la frustración y habilidades sociales, ya que el niño con TDAH, suele tener dificultades en estas áreas.

En principio, es muy complicado manejar el comportamiento de estos niños, pues parecen no escuchar lo que les dices, y no responden a las órdenes como debieran. Hay que saber que la paciencia es algo necesario para que el proceso de educación de nuestro hijo conduzca al bienestar de todos

 

Para empezar y a modo de ORIENTACIONES BÁSICAS Y GENERALES PARA LOS PADRES tienen que establecer normas:

  1. Que sean estables: el cumplimiento o incumplimiento de las normas siempre ha de tener las mismas consecuencias.
  2. Que sean consistentes: las reglas no cambian de un día para otro.
  3. Que sean explícitas: las reglas son conocidas, comprendidas y pactadas por ambas partes (padres y niños).
  4. Que sean predecibles: las reglas están definidas siempre de antemano, no después, de esta forma el niño no percibe castigo, simplemente se cumple lo pactado que normalmente es la retirada de un privilegio.

images[4]

A modo más específico, para trabajar la atención hay que tener en cuenta que:

  • Hay que mantener una situación estructurada en la casa, con horarios constantes, y evitando estímulos demasiado llamativos. En este punto hay que tener en cuenta que, aunque inevitable en la mayoría de ocasiones, la presencia de los hermanos puede ser un distractor importante, que dificulte que el niño se centre en lo que toque en ese momento. Si sucede, tratar de separarles para iniciar la actividad.
  • Alejarle de estímulos que puedan distraer su atención. Al principio quedarnos con ellos realizando la actividad, pero ir retirando la ayuda progresivamente, dejándoles cada vez más tiempo solo.
  • Cuando parece que no nos escucha cuando le hablamos, sujetarle la cabeza con las manos,, mantenerle la mirada y hablarle con voz firme pero suave, sin enfadarnos (utilizamos el contacto físico para atraer su atención). Después pedirle que repita lo que le hemos dicho, y si no lo recuerda, volvérselo a repetir de la misma manera las veces que sea necesario.

 

Por otro lado, para la conducta impulsiva, podemos seguir los siguientes consejos:images[7]

  1. Proporcionar normas para que el niño sepa en cada momento qué debe y qué no debe hacer. Las instrucciones deben ser:
  • Claras y específicas.
  • Comprensibles ( lenguaje adaptado al niño y haciendo uso de términos concretos).
  • Instrucciones cortas, de una en una y espaciadas en el tiempo.
  • No deben acompañarse de contacto físico instigador.
  • No deben entrar en contradicción unas con otras.
  • Deben ser un número reducido de instrucciones, si son muchas el niño necesitará mucho tiempo y muchos recursos que no sabrá gestionar.

2.    Cuando se va a algún lugar donde van a haber muchas personas es conveniente que se le den de antemano algunas pautas concretas, breves y claras de comportamiento. Si se pone muy nervioso en un lugar público donde haya muchas personas, es conveniente apartarle a un lugar donde no haya nadie y calmarle antes de volver al lugar anterior. Reforzar su esfuerzo y hacerle ver que es capaz de seguir las reglas.

3. Comunicarle con antelación cualquier cambio de rutina.

El objetivo es que el niño, en un entorno con muchos estímulos, algunos desordenados, otros deseados, otros rechazables, etc, lleve a cabo sus obligaciones, intentando que aprenda a seguir instrucciones, demorar la gratificación e inhibir el primer impulso.

No olvidemos que para el niño no es fácil. Necesitará su tiempo para aprender rutinas e interiorizarlas.

Ello implica que el adulto se tendrá que cargar de paciencia y comprensión, además de afecto, que siempre es necesario.

Si se es sistemático en las instrucciones, se conseguirán cambios significativos.

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